"—¿Me amas, Gilbert? ¿No soy sólo un hábito para ti? Hace tanto tiempo que no me dices que me quieres...
—¡Mi querido, querido amor! No creí que necesitaras palabras para saberlo. No podría vivir sin ti. Tú siempre me das fuerzas. Hay un versículo de la Biblia que es especial para ti: «Ella le hará a él el bien y jamás el mal todos los días de su vida».
La vida que había parecido tan gris y tonta un rato antes era otra vez dorada,
rosada y espléndidamente irisada. El colgante de diamantes cayó al suelo, sin que
nadie se diera cuenta por el momento. Era hermoso, pero había tantas cosas mucho
más hermosas: la confianza, la paz, un trabajo agradable, las risas, la bondad... ese
viejo y seguro sentimiento de un amor cierto".
-Anna la de Ingleside