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Jack estaba empapado con una botella de vino entre las manos, sonreía

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Jack estaba empapado con una botella de vino entre las manos, sonreía. Hannibal, lo llevó hasta la cocina y le ofreció una toalla; les escuchaba hablar animadamente sobre el mal clima, mientras me acercaba a ellos.

–Will..., – sonrió con alivio al verme. –... me alegra que estes bien. Hannibal fue muy amable de avisarme desde hace días atrás que habías necesitado unos días libres, que no te sentías bien. Que, de necesitar verte, estarías bajo sus cuidados.

Jack estudiaba mi expresión, los movimientos de mis ojos y manos. Me encontraba sorprendido y enfadado, este era mi día de expiración, era el momento de la verdad. Hannibal me tenía entre la espada y la pared para decidirme entre él o hacerle justicia a quienes murieron por sus manos.

–Sí, Jack... yo... yo no me he sentido del todo bien. Las alucinaciones regresaron, perdí la noción del tiempo, y quien mejor que el doctor Lecter para velar por mi bienestar. – Mentí. Él lo sabía. –¿Me permites hablar en privado con el doctor Lecter? Prometo que serán unos breves minutos.

Jack pasó su mirada por Hannibal, asintió.

–Jack, por favor, sírvete vino, quedas como en casa. También, hay entremeses en la nevera. – sonrió. – Ahora, Will, pasemos a mi oficina.

Una vez dentro de la oficina de Hannibal, este cerró la puerta tras de sí con el seguro.

–¿Qué pretendes hacer? ¿Asesinar a Jack? – susurré muy cerca de su rostro. – Él estaba inmóvil, mis manos temblaban. –¿Está es tu forma de castigarme por aún no haberte dado una respuesta? ¿Es tu forma de presionarme? ¡Contéstame, Hannibal! ¡Malditasea!

–Will, estás alterado. Mal interpretas la situación, tú sabes que Jack se preocupa por tu bienestar. Eres como un hijo para él, y yo solo quería ayudarlo. Tú no le respondías y yo...

–¡Tú nada! ¡Maldición, Hannibal! Que ciego fui... tú-u quieres que yo lo mate para sellar lo nuestro. ¿No es así? – no respondió. – Hannibal, tengo que confesarte que desde que sé quién realmente eres, mi cerebro no ha parado de reproducir los distintos escenarios en donde la situación sea diferente a lo que esperas, a lo que has preparado.

»También, reconozco que mi estadía aquí, estaba en tu táctica planificada. Por ello, tu puerta estaba abierta aquella noche, oíste mis pasos y no paraste de tocar música, sabías que era yo. Deseabas que fuera yo. Pero todo lo que hemos vivido en los pasados meses. Los asesinatos presentados en obra de arte, tu obra de arte, mis histerias y paranoia, mis fiebres, tus heridas y las mías no han sido obstáculos para ti. Si bien, la mayoría de las cosas no las esperabas, no han entorpecido tu obra final. Tenerme sin excusas, sin barreras. Pero, Hannibal, en la mayoría de los escenarios propuestos en mi cabeza sales herido. Te hiere que yo quiera entregarte con Jack. De hecho, piensas que quiero quitarte tu vida después de obsequiarme el regalo más extraordinario de todos; tú. Tú, pero sin máscaras, sin la necesidad de tus trajes impecables. Tú siendo enteramente tú. Y crees que te veo. Crees que te entiendo y te acepto, porque en tu fantasía nos convertimos en uno, pero sin dejar de ser. Pero en la mía, me permito satisfacer la necesidad de acabar con la pesadilla de asesinatos en forma de cuadros y canciones, te alejo de mi y por ello me quieres herir. Tengo que pagar el precio del miedo y odio que se genera en ti. Me quieres acuchillar por mi traición. Y mientras me desangro, quieres herir a quien sea que yo aprecio, anhelas con que yo sufra tanto como crees que yo te quiero hacer sufrir cuando pienso en entregarte.

Mi pecho baja de prisa mientras trataba de buscar el aire.

–¿Me dices todo aquello con qué finalidad, Will? ¿Te arrepentiste al pasar estos días conmigo? ¿Irás ahora dónde Jack y arruinarás todo lo que hemos conseguido? ¿Qué te atormenta? ¡Liberar a tu verdadero yo y qué te guste tanto como lo has reprimido! No dejo de tener preguntas que desameriten tú interés por querer hacer las cosas bien, después que me besaste para probar la sangre fresca y caliente; después que me dijiste que jamás estaré solo; que hicimos el amor bajo la luna. – sonrió con amargura, caminando hacia la puerta. –Lastima que el destino y las circunstancias nos han llevado a este momento, Will, cuando la taza de té se destroza.

Me encontré llorando levemente, negando sus palabras, busqué aferrarme a él.

–No, no. Hannibal, no quiero que la taza se rompa, por favor. Yo... yo haré lo que me digas, lo que sea. Me rindo, encontré a tus demonios y ellos me encontraron a mi. Me otorgaron cuartos en el palacio de tus memorias. Te digo más, hasta me prometieron construir uno completamente para mi. ¡Seré bueno! Por favor.

Se giró y me abrazó, trato de calmar mi llanto y siseó a mi oído.

–¿Lo ves? ¿Lo sientes? Esto es todo lo que siempre he querido para ti, Will. Para ambos.

Mi respiración se calmó, mientras me permitía empatizar con Hannibal; con todo su pasado, presente y futuro. Vi los ojos temerosos de sus víctimas y sentí sus últimos alientos. También, las marcas de su pasado, el dolor por su hermana, su triste historia, ya eran parte de mi. Ellos eran parte de mi.

–Es hermoso...

Sus demonios y yo - Hannigram Donde viven las historias. Descúbrelo ahora