Capítulo Único

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-Tenemos que mudarnos ahora.

Detuvo abruptamente el movimiento de sus manos sobre el mando y le dirigió una mirada de enojo al mayor ante el estruendo provocado por la puerta de su habitación de juegos.

Miró de reojo por la segunda pantalla como los comentarios del chat de espectadores se llenaba de emojis de corazones y exclamaciones como ya era costumbre cuando había una inesperada aparición de Kuroo al fondo de su pantalla durante una de sus transmisiones. Las chicas de su audiencia se habían enamorado del rebelde galán sexy que lo acompañó en varias partidas online en grupo, que aparentemente era su mejor amigo y que parecía pasar mucho más tiempo del necesario en la casa de Kodzuken.

-¿Se puede saber qué demonios te pasa?- le espetó furioso tratando de maniobrar para compartir su atención en el recién llegado y en controlar la contienda llevada a cabo en la pantalla-. Te he dicho que no entres así cuando estoy trabajando.

Lejos de encontrar una respuesta que le dé claridad y le haga disminuir el motivo de su enojo, solo pudo enfurecerse aún más cuando los dedos del más alto le arrebataron el mando de las manos y lo arrojaron sin delicadeza a un lado. Inmediatamente después un jalón que no se esperaba lo despegó de su silla y solo pudo ver de reojo como su personaje perdía la partida que con tanto empeño había estado jugando toda esa mañana.

-¡Maldición Kuro, cálmate!

Se zafó hábilmente del agarre mirándolo con odio antes de volver hacia la pantalla y procurar cortar la transmisión en medio de la conmoción de chicas en colapso que era su sala de chat. Pobres ilusas que no sabían ni una parte de lo que era lidiar con Kuroo Tetsuro.

Se giró con intenciones de obtener de una vez su explicación, cuando vio que el mayor ya no estaba en el lugar. Se pasó la mano por la cara rogando por paciencia antes de salir en dirección a su dormitorio, acumulando cada vez más ganas de golpearlo en un lugar muy sensible.

-¿Quieres explicarme de qué se trata todo esto?

La escena que encontró al llegar no era ni un poco más alentadora. Casi toda la ropa de los cajones desparramada desordenadamente sobre una maleta abierta y ubicada sobre la cama, el responsable por otro lado tratando de meter al gato en su caja de viajes de forma tan repentina ganándose el obvio rechazo del animal, junto con varios arañazos en su mano.

-Tenemos que empacar deprisa y mudarnos- explicó rindiéndose con su tarea con el gato y abriendo las puertas del closet para sacar otro bulto de ropa y ubicarla encima del otro montón que había acumulado-. Tal vez podamos tener suerte en Europa. O mira, al enano no le fue tan mal en Brasil, podemos ir allá y empezar de nuevo al otro lado del mundo. Sí, es un gran plan.

A ese punto el tic en su ojo debía ser evidente mientras observaba al moreno luchar por acomodar la ropa tal como estaba y cerrar la maleta de viaje. Se habría reído de ver el gran cuerpo esforzarse por aplastar la montaña de telas, aun cuando era obvio que estas no entrarían de esa forma, si no estuviera lo suficientemente exasperado por toda la situación.

Ya era bastante malo lidiar con Kuroo en su humor diario. Lidiar con un Kuroo alterado y actuando como escapado de un psiquiátrico era más molestia de la que se permitía soportar.

-Si no te detienes en este momento te raparé la cabeza mientras duermes.

No supo si fue la amenaza en sí o el tono con el que lo dijo, pero el moreno frenó en seco sus movimientos y lo miró con su mejor mirada de cachorro suplicante mientras Kenma se acercaba a paso lento hasta estar de pie frente a él.

-Dame una razón para no golpearte en este momento.

-¿Porque sería mucha molestia para ti?

-Hablo en serio.

Capricho Infantil [KuroKen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora