Pretender

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Tercera persona

Son no le importaba ponerse a pensar sí actuó motivado por el alcohol o por que realmente moría por probar los labios de su mejor amigo, le importó más sentir y disfrutar. Con dedos temblorosos busco tocar aquella piel que conocía a la perfección y que nunca tuvo la oportunidad de acariciar como deseaba, bajo sus labios despacio para besar esos perfectos pectorales y esa tetilla con un arcillo que había soñado sobre su boca tantas veces, quería saborearlo todo, completamente todo.

Pin atrajo su cara con sus manos deteniendo su acción. “¡Detente mi Ángel! No abuses porque me sienta un poco cansado” seguía pegado a sus labios pronunciando cada palabra muy despacio “No te preocupes, te voy a poseer” mordisqueó su oreja “antes necesito tu absoluta atención... ¡Que no tengas dudas de este momento!”

“¡Pin por favor!” rogó “ ¡No me detengas! Quiero hacerlo contigo. ¡Como puedes pensar que olvidaría hacer algo como esto!”

“No te creo Son, has olvidado tantos momentos, que no estoy dispuesto a pasar por lo mismo otra vez. ¡Ya no!”

“¿De qué hablas Pin? me confundes ¡maldición! ¿quieres hacerlo conmigo o no?” se sintió rechazado por eso empezó a pensarlo mejor, no quería quedar como un idiota pervertido antes su amigo, aparentó estar borracho “No me siento bien, saldré a tomar el fresco. Siento que voy a vomitar”

Si Son se hubiera quedado cinco minutos más dentro del auto, Pin lo habría tomado sin contemplaciones llevaba tantos años aguardando, soportando que su cuerpo entero parecía un volcán apunto de erupción.

Lo dejo tranquilo para no asustarlo.

Salió con unos pañuelos, palmeó su espalda como siempre que Son se pasaba de copas y terminaba vomitando. “Ya te sientes mejor” le ofreció los pañuelos sobando la espalda del mayor siendo cociente de su temblor “Deberías entrar al carro, ya refresco bastante y puedes enfermar”

“Algunas veces te odio Pin” el mismo se odiaba pensó Pin, no dijo eso “No lo dudo Son” la paciencia no era la virtud de Pin “por ahora has el favor de entrar al MALDITO carro” trato de jalar su brazo lo más amable que pudo, el mayor se resistió. “Yo puedo solo”

“De acuerdo” Son no era el único que se sentía dolido, ambos lo estaban y por distintas razones, en el caso de Pin pensaba que Son sólo lo había besado por los efectos del alcohol “¡Sube cuando quieras!” camino decidido a dejarlo solo, entonces sintió un empujón por la espalda que lo hizo caer al suelo. Giro para mirar a Son entre la penumbra, a penas si lo podía distinguir por la tenue luz que salía del carro. “¡Anda! ¿Qué esperas? levántate” Reto Son, eso no tenía sentido, prefirió quedarse en el suelo sacudiendo sus pantalones. Son lo pateó dos veces, pero otra vez no hizo ningún movimiento “Acabo de golpearte, ¿no vas a responder? Dejarás que te golpeé...”

“Son, cálmate y mejor dime que te traes” respondió con furia contra su mejor amigo haciendolo reaccionar, más no, como Son deseaba, en cambio lo inmovilizó por completo poniendo todo su peso sobre su cuerpo sometió sus manos sobre la espalda.

“¡Suelta mis manos!” gruño. Fue ignorado al ser levantado del suelo sin soltar sus muñecas.

“Que quede claro que traté de ser bueno contigo y no me lo permites, tú y solo tú serás responsable de mis actos en este momento” dobló su brazo logrando un quejido del mayor “Puedes odiarme el resto de tu vida. A estás alturas ¡nada importa!” lo que Pin tanto quiso evitar fue convertirse en una bestia ante los ojos de el amor de su vida, jamás contemplo que la persona que amaba se convertiría en su juez y verdugo. Lo aventó al capote de espaldas, el mayor no pudo ni reaccionar, con una velocidad sorprendente sus pantalones fueron bajados, el menor golpeó con sus muslos cada una de sus piernas para separarlas.

Perdiendo una AmistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora