Capítulo 3: Los Sueños Compartidos II

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La mente de Wady comenzó a dar muchas vueltas. La imagen del dedo era algo que no se podía sacar de su cabeza, por sí solo era ya una imagen grotesca, pero pensar en el hecho de que ese dedo podía ser de Luke, era una idea que lo aterraba. Ver el dedo en ese estado era como una pesadilla hecha realidad, no podía seguir allí.

Los escalofríos comenzaban a llegar a su cuerpo, sus nervios empezaban a tomar el control de él, y justo antes de que tuviera un colapso nervioso, un pensamiento impulsivo hizo que le diera una patada a la mesa. El dedo rodó y cayó al piso. Después de presenciar esa repugnante escena y ver al dedo dividirse en dos partes al caer, Wady puso sus dos manos sobre la mesa para descansar y evitar desmayarse, sin embargo, logró distinguir que, en el lugar donde había estado el dedo, había una marca diminuta, casi como una línea recta. La observó y notó que no estaba hecha con la misma herramienta que el otro signo extraño, y descubrió que la línea era una pequeña flecha, o al menos tenía un parecido a una, que señalaba hacia una puerta, específicamente la de la cocina. Wady avanzó hacia ella mientras hacía un gran esfuerzo por no caer inconsciente, sus pasos resonaban como ecos en toda la sala, y justo al pararse frente a esa puerta, observó a su al rededor. Todas las puertas estaban abiertas, a excepción de esa. Sintió que el poco ruido que había antes, como el que hacían las aves, se había ido. Estaba todo totalmente en silencio.

Tomó valor y respiró hondo, giró la perilla y abrió la puerta lentamente mientras un rechinido rompía el silencio. Al igual que toda la casa, esa habitación estaba totalmente vacía, no había nada que se pudiera notar a simple vista. Revisó detrás de la puerta y encontró un sobre algo empolvado y un poco roído por algún ratón. El sobre evidentemente tenía una carta, la pregunta era, ¿de quién?

Wady lo tomó con miedo y nervios, y antes de quedarse a investigar más, decidió salir de allí a toda prisa y llevárselo a su casa para intentar leer en paz.

Una vez que llegó a su casa notó que el auto no estaba y que las puertas y ventanas habían sido reparadas. Entró a la casa y se quitó los zapatos para no manchar la alfombra, no pudo esperar más. Las ansias le ganaban y el deseo de abrir el sobre era demasiado grande. Abrió allí mismo el sobre en la sala y sacó una carta.

Para: Wady Lefeu

De: Luke Romels

¡Hola!, Me llamo Luke Romels, y si tú no te llamas Wady Lefeu, no deberías seguir leyendo esta carta. En caso de que sí seas tú, gracias por encontrarla, y, antes que nada, ese dedo no era mío, quiero decirte que te extraño bastante, sea donde sea que esté ahora, sé que tú eres la única persona que se atreverá a entrar a mi casa porque no sabrás los rumores, pero tampoco me puedo arriesgar a contarte todo aquí así que escribí otras dos cartas donde te cuento todo lo que tienes que saber sobre el peligro que corres en Sarway. Dejé una debajo del sillón más pequeño de tu sala, tuve que entrar por la ventana, perdón por haberla roto, quiero que la leas muy bien, allí te diré dónde está la siguiente carta. No me puedo arriesgar a que alguien más lea esto, sin embargo, si por alguna razón la carta de tu casa ya no está allí, sólo te diré que la otra la tiene Rose. Adiós Wady, realmente espero que seas tú quien esté leyendo esto. Quiero que sepas que siempre te amé y lo seguiré haciendo sin importar donde esté...

Luke Romels

Wady no pudo contener el llanto y se tiró en un sillón a llorar. No podía asegurarlo, pero sabía muy bien que algo muy malo le había pasado a Luke, y ese final... Wady siempre sospechó lo que Luke sentía, y él también sintió lo mismo, pero ambos eran demasiado inseguros para aceptarlo, así que nunca tuvieron el valor de decirlo.

Leyó rápidamente la carta una vez más para estar seguro de que había sido escrita por él, no había duda de que la letra era de Luke, conocía esos trazos a la perfección, pues a Luke le gustaba enviarle cartas a Lugoth.

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