Una nueva vida

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Bueno... uffff... Último capítulo. Llegamos al final de una etapa. Para mí fue muy importante ser capaz de escribir todo esto y hacerlo de una manera más o menos decente. Aún queda un pequeño epílogo para dar un segundo adiós a los personajes, pero la historia en sí acaba aquí y se sostendría sin epílogo alguno.

Muchas gracias por haberme acompañado y por haberlo hecho leyendo y comentando. Sois estupendas.

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Harry se sentía bullir por dentro. La adrenalina corría por sus venas como en los tiempos de la guerra contra Voldemort. Eso le estaba ayudando a mantener la cabeza lo suficientemente fría. Tenía la esperanza de que George hubiese podido salir sin problemas. Había podido oír cómo más vecinos salían de sus casas y abrían sus puertas, por lo que la coartada era más plausible que cuando se le había ocurrido.

Sabía que todavía les quedaba la peor parte, porque escuchaba a los aurores explorar los rellanos inferiores. Ellos estaban un poquito más arriba del último rellano, sentados en el último escalón que había antes de la reja que llevaba a la azotea. Si alguno de los aurores decidía abrir la reja para subir más arriba, se tropezaría con ellos, pues ocupaban casi todo el ancho de la escalera.

Los dientes de Draco castañeaban, produciendo un ruido suave que pasaba desapercibido gracias al jaleo que había en los pisos inferiores, pero si alguien subía hasta allí lo oiría claramente. Draco apretó la mandíbula en un intento de controlar el temblor de su cuerpo y silenciarse, pero no pudo mantenerlo durante más de unos segundos.

Sin retirar la mano que tenía alrededor de su hombro, Harry llevó la otra hasta la boca de Draco, tapándosela y poniendo un dedo entre sus dientes. Un auror apareció en el recodo de la escalera que llevaba hasta ellos. Harry tuvo que contener un gemido ante el dolor que le causó un mordisco más fuerte de Draco, que seguía intentando controlar sus temblores.

—¡Eh! ¡Aquí hay una reja! ¡No se puede subir más arriba! —gritó el auror, dirigiéndose al piso inferior.

Harry lo reconoció. Era el chaval novato que iba con Dawlish el día que fue a comprar las medicinas a la botica de Michael. Se había quedado parado, mirando fijamente hacia la reja, valorando las posibilidades de que estuviesen ahí.

—¿Qué dices, Jameson? ¿Una reja? —Dawlish apareció en el descansillo, subiendo las escaleras con fatiga.

—Sí, señor —respondió el auror, señalándola con un deje de sarcasmo—. Parece cerrada desde fuera, no creo que hayan podido...

—Tírala abajo y veamos qué hay detrás de ella. No podemos dejar nada sin registrar, esos dos no pueden haberse esfumado —gruño Dawlish.

Dawlish se dio media vuelta para bajar de nuevo mientras Jameson comenzaba a subir los escalones que los separaban, pero una vieja con una bata de tela de cuadros escoceses apareció en la escalera, plantándose delante de Dawlish con los brazos en jarras. Ambos aurores se quedaron inmóviles al verla.

—¡No sé qué piensan ustedes que hacen aquí, jovencito, pero es inadmisible lo que están haciendo! —le espetó a Dawlish amenazándole con el dedo índice. Este retrocedió un paso—. ¡Exijo que se vayan inmediatamente de este edificio y vuelvan con una orden judicial como personas de bien, agente!

—Señora, no entorpezca a la autoridad —contestó Dawlish, intentando imponer un tono de mando en la voz—. Por favor, regrese a su casa y no salga de ahí.

—¡Qué autoridad ni que niño muerto! —respondió la mujer valientemente, dando un paso hacia adelante—. Ese jovencito no ha dado un problema en todos los años que ha vivido ahí. Es un médico muy respetable. En cuanto se entere de lo que están haciendo en su casa va a demandarles. ¡Se les va a caer el pelo!

Sanando el corazón [Drarry - Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora