Examen médico

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Draco parecía agotado. Harry se levantó, puso el maletín en la silla y sacó un par de guantes de látex de la caja. Se los puso mientras carraspeaba para llamar la atención de Draco. Este abrió los ojos y le miró con los ojos empañados. Al verle ponerse los guantes, los entrecerró con suspicacia:

—¿Por qué te pones esos guantes? No hace frío.

—No son para el frío. —aclaró Harry—. Se utilizan para examinar pacientes sin contacto con la persona que realiza el examen y que no haya contaminaciones cruzadas.

—¿Contaminaciones de qué? Yo no estoy contaminado. Creo. ¿Estás contaminado?

—No, es simplemente un protocolo, Draco, tranquilo. Los usamos en el hospital. Es más higiénico, ¿entiendes?

Al oír que era higiénico, Draco pareció relajarse un poco, aunque seguía mirándole con una expresión extraña. Harry sacó un estetoscopio del maletín y Draco volvió a tensarse como una cuerda.

—¿Qué es eso? ¿Qué vas a hacerme?

—Es para escuchar tu respiración y los latidos del corazón. Es un instrumento médico muggle—Draco pareció alterarse aún más. Harry pensó cómo podía tranquilizarlo porque de lo contrario aquello no iba a servir de nada—. Draco, trabajo en un hospital muggle.

—Lo sé.

—Estudié Sanación —continuó Harry—, pero los muggles tienen formas muy interesantes y sencillas de descubrir cosas que la magia no es capaz, y viceversa: en tratamientos, la magia suele ser más eficaz, por ejemplo. Llevo años trabajando con cosas muggles y te aseguro que funcionan y son de fiar. Mira, úsalo tú primero.

Se quitó el estetoscopio y se lo colocó a Draco, poniéndose el diafragma en el pecho por debajo de la camiseta. Este escuchó atentamente mientras Harry inspiraba y expiraba despacio para que Draco pudiese oír su respiración y los latidos de su corazón. Draco parpadeó al escucharlo. Suavemente, Harry se retiró y recuperó el estetoscopio.

—Vaya. Es interesante —musitó Draco, más tranquilo.

—Sí, sí lo es. ¿Puedo usarlo ahora?

Ante el asentimiento de Draco, Harry empezó a examinarle concienzudamente, escuchando cuidadosamente los sonidos de los pulmones, pidiendo a Draco cómo quería que respirase, anotando las sibilancias que detectaba.

Con todos sus sentidos alerta, Harry podía comprobar cómo Draco se iba relajando mientras él llevaba a cabo la rutina completa, ver de reojo a Lady entrando por la puerta husmeando el ambiente, atender a lo que estaba haciendo con las manos y pensar en las teorías que había desarrollado durante la confección del historial. Se sentía muy cómodo diagnosticando, era su elemento y le llenaba mucho la sensación de poder hacer algo para que las personas pudiesen sentirse mejor.

Los pulmones de Draco sonaban asfixiados, como si los bronquios estuviesen oprimidos por falta de sitio. Harry nunca había oído algo como eso, pero sí había leído al respecto. No conocía ningún hechizo que le permitiese ver dentro de los pulmones y dudaba de que Draco le dejase llevarle al hospital a hacer una biopsia. En aquel cuarto esa opción estaba totalmente descartada.

—Bueno, no sé muy bien cómo determinar esto —admitió Harry al cabo de un rato.

—¿El qué?

—Tengo una teoría sobre lo que ocurre en tus pulmones. Necesito más datos antes de decidir qué paso dar ahora.

—¿Qué me ocurre?

—Antes de responderte, necesito que me contestes tú a mí —Draco asintió—. Cuéntame exactamente cómo era tu celda de Azkaban.

—Ya me has preguntado eso, Potter —gruñó Draco, exasperado.

Sanando el corazón [Drarry - Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora