Un reencuentro fortuito

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling y yo sólo los tomo prestados.

¡Hola! Si estás leyendo esto, en primer lugar, gracias. Este fue mi primer fic. Inicialmente, estaba plagado de mogollón de fallos, pero poco a poco lo he ido corrigiendo y al final me he animado a publicarlo aquí.


Espero que si le das una oportunidad te guste. Es un Drarry que toma en cuenta el canon hasta el séptimo libro, pero sin epílogo. Tendrá contenido slash más adelante, así como lemon explícito (muy explícito). Colocaré los correspondientes avisos por si alguien desea saltarse esos trozos cuando lleguemos a ellos.


Muchas gracias por darme la oportunidad de leerme y, si has dejado un comentario, te contestaré para agradecértelo.

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—¿Un café?

—Por favor —suplicó Harry, que se dejó caer en el sofá de la sala de descanso, rendido—. Esta guardia está siendo tranquila, pero me caigo de sueño.

Silvia cogió una taza del armario y, mirando a Harry la llenó de café, interrogándole con una ceja sobre cuánta cantidad quería. Resopló, divertida, cuando la taza estuvo llena a rebosar.

—Bebes demasiado café para ser inglés, Harry —dijo, metiendo la taza en el microondas y sirviéndose una a ella misma—. Tienes pinta de no haber dormido en semanas. Aunque eso es una constante en ti.

Harry aceptó la taza que le tendía Silvia y le agradeció con un asentimiento de cabeza. No se molestó en poner azúcar, los tiempos en los que disfrutaba bebiendo bebidas empalagosas pertenecían a recuerdos pasados.

Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y cerró los ojos, planteándose dar una cabezada. Consultó el reloj de reojo, comprobando que apenas faltaban un par de horas para el final de la guardia. Gimió, frustrado, al oír sonar tanto el busca de Silvia como el suyo a la vez. Maldita ley de Murphy.

—Vaya, nos llaman a los dos. —Silvia frunció el ceño. Era una mujer 20 años mayor que él, corpulenta y una de las mejores profesionales en traumatología—. Espero que no sea grave.

—Bueno, cuanto antes vayamos, antes lo averiguaremos. —Harry se levantó del sofá y se estiró.

A Silvia no pareció importarle su parquedad en palabras, mientras caminaban juntos por el pasillo de urgencias. Nunca lo hacía. Normalmente, Harry pinchaba a Silvia diciéndole que ella hablaba por ambos. Cuando llegaron a Urgencias, los auxiliares de la ambulancia les indicaron el box donde estaba el paciente.

Al entrar vio a un hombre desaliñado y sucio sobre la camilla. Llevaba el pelo largo, desgreñado y pegajoso, la ropa hecha harapos. El olor llegaba hasta donde estaba Harry y le obligó a arrugar la nariz. Oyó el suspiro poco discreto de uno de los enfermeros que entró en el box tras ellos.

—Transeúnte, unos 30 años, posible contusión cerebral, dificultad respiratoria. Fue encontrado inconsciente en un callejón —Silvia leyó en voz alta los datos del informe del técnico de ambulancia.

—Bueno, amigo, vamos a ver qué podemos hacer por ti. —Harry se acercó sonriendo al paciente, que se quedó mirándole con los ojos abiertos como platos—. Vamos a quitarte esta ropa lo primero.

Harry y el enfermero que estaba ayudándole reprimieron una mueca de asco mientras le quitaban la camisa y los pantalones, llenos de unas manchas en cuya procedencia Harry prefería no pensar. Silvia estaba llamando al técnico de rayos de guardia y Harry aprovechó para auscultar el pecho del paciente atentamente.

Sanando el corazón [Drarry - Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora