Capitulo III

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21 de noviembre, 2017

21 de noviembre, 2017

Me dirijo al pequeño baño individual de la habitación para darme una ducha, al entrar camino directamente hacia el espejo que se encuentra encima del lavatorio para observar mi reflejo una vez más. Esto se ha convertido en algo de todos los días, pero sigo sin evitar poder sentirme tan extraña con algo tan simple como mi propio reflejo.

¿Cómo es posible que no recordara ni mi propio rostro?

Doy un suspiro tembloroso mirando detenidamente mi cara redondeada, mi piel pálida, mi cabello negro desarreglado apenas tocando mis hombros y mis profundos ojos azules iguales a los de mi madre, Ruth la mujer que estuvo conmigo cuando desperté. Aunque al principio me sentía algo incomoda a su alrededor llegamos a llevarnos muy bien en tan poco tiempo. En todo momento es paciente, compresiva y atenta a cualquier cosa que necesite. Es divertida, elocuente y siempre trata de hacer lo posible para aligerar los momentos difíciles que tengo al tratar de recordar algo de lo que me cuenta en sus anécdotas. Si no fuera por ella, en estos momentos estaría meciéndome en una de las esquinas de la habitación, volviéndome loca.

Porque por más que lo intentara una y otra vez mi mente seguía sin darme respuestas.

Empiezo a sacarme la ropa cuidadosamente. Al Entrar bajo el chorro de agua, miro varias de la marcas en mi cuerpo, sintiendo gran inquietud por algunas más que otras. Pasaron siete días de la desastrosa escena que tuve al despertar y aún sigo estando en la misma situación, enredada y confusa.

Llegue al hospital hace aproximadamente cinco semanas atrás, a causa de un fuerte accidente automovilístico en el que milagrosamente llegue a sobrevivir. Tenía fuertes golpes en gran parte de mi torso, pero ninguna fractura. Lo más grave y complicado que había tenido en el accidente era el traumatismo craneoencefálico que causo mi estado de coma. Había pocas posibilidades de que despertara por las complicaciones que iban surgiendo con el tiempo. Según los doctores mi caso era demasiado raro, no tenían explicación de cómo pude despertar de un día a otro cuando ya ninguno daba esperanzas.

Me tomo un cierto tiempo llegar a asimilar algo de la información, luego de eso empezaron las inspecciones y los estudios que corroboraran mi estado actual.

Me diagnosticaron con un caso raro de amnesia retrograda. El medico explico que aunque no era algo muy habitual en los pacientes de traumatismos cerebrales, era algo que podía ocurrir, pero no como mi caso, pues mi único problema era el olvido de quien era, toda mi identidad. Durante días he estado soportando a algunos de los médicos y sus preguntas curiosas, para ellos mi caso es algo sorprendente, para mí una pesadilla verdaderamente confusa.

Sentí cierto alivio cuando dijeron que era posible que recuperara mis recuerdos, no debía descartar eso, pero debía ser paciente. Solo el tiempo me daría respuestas.

He vivido estos días con la ilusión constante de que las cosas se pusieran mejor y recordara algo por mi cuenta o por lo menos algo de lo que mencionaba Ruth en algunas de sus anécdotas, pero nada de eso sucedió, algo que no me deja avanzar para nada, dejándome en el mismo punto de siempre, haciendo que me sienta desanimada en todo momento.

Me cubro con una toalla y salgo del cuarto del baño arrastrado el molesto porta sueros. Camino hacia la camilla en donde se encuentran mis cosas y tomo cualquiera de las prendas que trajo mi madre para empezar a vestirme. Al terminar, subo a la camilla para hacer lo único que tengo permitido en este horario, acostarme. Era algo de todos los días, despertar, tomar medicamentos, desayunar, salir unos instantes por los pasillos y acostarme hasta la espera de la hora de más medicamentos y más comida asquerosa. Por lo menos el celular que ha traído Ruth ha ayudado a distraerme, descubrir Angry Birds ha sido lo mejor que hecho desde que desperté.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora