Lan JingYi Renuncia a ser un Lan

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Todo el mundo tiene un límite. El corazón más fuerte, el alma más indomable, la persona más sabia e incluso el espíritu más calmo.

¡RENUNCIO!, ¡RENUNCIÓ A TI, ¡RENUNCIO A TUS ESTUPIDAS REGLAS, RENUNCIO A TODOS Y TODO LO QUE REPRESENTA EL CLAN LAN! ESTOY HARTO. SI SU PLAN ERA CORRERME DESDE UN INICIO, LO LOGRARON, YA NO ME INTERESA NADA DE ESTO. POR MI MEJOR, NUNCA MAS VOLVER A ESTAR RELACIONADO CON USTEDES.

-Esas palabras, junto a la suave tela de una cinta cayendo al suelo fueron la muestra de que incluso Lan JingYi tenía un límite. Había soportado mucho, había soportado los castigos, ser llamado un lan poco lan, los regaños e incluso los azotes. Pero lo que había ocurrido en esa habitación solo pocos segundos atrás había rebasado el límite. Tanto así, que prefería renunciar a su clan, a su apellido y su herencia antes de dar su brazo a torcer.

Frente a él, el comité de ancianos incluyendo a Lan Qiren quedaron completamente helados ante el arrebato de Lan JingYi. Si bien, no era sorpresa que levantara la voz, esta vez era diferente, no era su voz alegre o dramática de siempre. Era una voz que entre ira y llanto dejaba salir lo que sentía en lo más profundo de su corazón. Había expresado lo que quizás muchas veces había querido hacer y se había limitado a dejarlo muy dentro de su corazón.

Lan JingYi podría ser cualquier cosa pero nunca había sido irrespetuoso hacia su secta o los ancianos, por lo que aquellas palabras habían tomado desprevenidos a todos los que estaban frente a él.

Aquellos gritos, en una secta tan silenciosa y calma como lo era Gusu Lan, no tardaron por llamar la atención de discípulos juniors y seniors, que a pesar de las reglas no podían mantenerse al margen ante una situación tan inusual. Varios ojos curiosos se asomaron al pabellón justo a tiempo para escuchar el sonoro golpe de lo que sería una cachetada en la joven y pálida piel de aquel discípulo que había osado tirar su cinta al suelo.

En ese momento, la tensión del aire llegaba a cortarse con el filo de cualquier cuchillo. Los espectadores de esa escena aguantaron el aire y ningún sonido más fue escuchado en esa sala. Por lo menos hasta que el discípulo más joven de ese lugar se levantó tirando ante los ancianos el token de jade y su espada.

Sin decir más solo se dio media vuelta y con el rostro en alto caminó a la salida. No se dignó a mirar a ninguno de los que allí se encontraban, ni los que se apartaban para abrirle el camino. Esa sería la última vez que Gusu Lan vería la presencia de aquel risueño joven. Este Salía con una mirada decidida, un notorio color rojo en su mejilla golpeada y la amenaza de unas lágrimas asomarse por sus ojos.

Todos los ahí presentes solo lograron ver como aquella figura vestida de blanco caminaba solemnemente hasta las puertas de Gusu Lan, y sin mirar atrás ni una sola vez atravesaba sus puertas para ahí si salir corriendo, como un caballo desbocado el cual finalmente había conseguido su libertad.

A lo lejos se escuchó un grito, como si hubiera sacado todo lo que tenía en su pecho. Muchos se imaginaron a un JingYi sacando toda su felicidad y su frustración. Era fácil imaginarlo desatando su cabello y dejándolo volar libremente en el aire mientras disfrutaba de la libertad que por tantos años se le había prohibido.

En ese momento, a aquella sala llegó el actual líder del clan. Lan Xichen no pudo pasar por alto aquel grito y mucho menos al ver la gran cantidad de gente que estaba reunida en frente del pabellón de los ancianos.

Al entrar seguido por su hermano, su cuñado y su sobrino Sizhui, lo que más resaltaba en aquella habitación era la pálida y complicada expresión en el rostro del viejo Lan Qiren mientras este miraba en el suelo las cosas que aquel discípulo había dejado. Todos siguieron la mirada de Qiren hasta los objetos. No fue hasta que Sizhui habló que finalmente la mayoría de personas presentes soltaron el aire contenido-

Esto........¿Es de JingYi? ¿Qué hace aquí? ¿Dónde está?.

-Lan Sizhui no fue capaz de terminar sus preguntas cuando uno de los ancianos, más específicamente aquel que había golpeado a Lan JingYi en la mejilla se movió de su lugar mirando directamente al joven.-

¿Qué son esos modales? ¿A caso ese niño te ha contaminado hasta el punto en que te atreves a levantarle la voz a tus mayores? Sizhui, pensé mucho mejor de ti.

-Esas palabras habían hecho que Lan Sizhui se quedara en silencio un segundo, más delante de él se ubicaron con su siempre imponente figura Lan Xichen, Lan Wangji y Wei Wuxian. Nadie en su sano juicio se atrevería a enfrentarlos, ni siquiera aquellos ancianos, por lo que al verse en desventaja el anciano tomó toda su dignidad y pateó la espada en el suelo para luego salir abriéndose paso entre los discípulos y con la frente en alto.

Las miradas de los tres hombres ahora estaban en los ancianos restantes. Nadie movió un musculo en una constante y tensionante batalla de miradas. Por lo menos, así duró un rato hasta que Lan Qiren retomó su compostura y aclarando su garganta pidió a los ancianos que se fueran y dispersaran a todos los discípulos, mientras él se encargaba de hablar con sus sobrinos, con wei wuxian y lan sizhui. 


//Lo se, lo se debería dejar de empezar unas historias cuando aún no he terminado las otras, pero no me resistí. 

Todos tienen un limite. Incluyendo a Lan JingYIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora