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No se cómo empezar ésta historia, todo ha sido tan confuso para mi, que no encuentro un buen inicio, ni tampoco le veo un final. Lo único que puedo recordar es que varios hombres entraron a mi casa durante la madrugada, no hicieron ningún destrozo, por lo que supe que sólo iban por mi, pero mi intento de escapar fue en vano, pues me colocaron un pedazo de tela con cloroformo en la nariz, habría podido evitarlo de no ser por mi respiración agitada por el miedo.
Despierto en un lugar completamente oscuro y no veo a nadie más, está muy frío aquí y mis manos están atadas con cadenas a la pared; estoy asustado.
Una mujer delgada y alta, con cabello largo y rubio entra a la habitación, pero no logro ver su rostro. Se acerca a mi lentamente, el eco de sus tacones me provoca un escalofrío.

-Por fin despiertas, voy a quitarte las cadenas, más te vale cooperar ¿de acuerdo?- toma una llave de su abrigo y abre el candado, liberando mis manos y me ayuda a levantar- Vamos, tienes que bañarte y arreglarte, falta poco para que inicie la ceremonia... Estuviste varios días inconsistente

¿Dijo "varios días"? No se cuándo llegué a aquí...

-¿Ceremonia?- susurré, la chica sólo me miró un momento a los ojos y suspiró-

-Si, una ceremonia... No tengo permitido decirlo, así que sólo vamos a arreglarte- su semblante había cambiado, ahora me miraba con ¿lástima? Sea lo que sea que se aproxime, no es bueno-

Me sentía muy débil, no podía mantenerme en pie y ella me ayudó a salir del lugar tomando mi cintura, me dejó un cuarto donde había una regadera y al lado un pequeño banco con lo que, según ella, debía ponerme. Tomé una ducha de agua caliente, me hacía falta, pero eso no quitaba mis nervios. No se cuánto tiempo tardé ahí metido, pero no quería salir... Como pude, me puse la ropa que la mujer había dejado, no estaba mal, pero si estaba muy descubierta; podía darme una idea de lo que me esperaba.

Después de casi una hora que la misma chica de antes y otras dos arreglaran mi cabello y maquillaje, salimos a un tipo escenario, dónde había otra mujer joven, con la diferencia que traía una antifaz blanco, y todas las personas que había enfrente también lo tenían, comencé a ponerme nervioso otra vez, pero sabía que no serviría tratar de escapar, así que sólo contuve las lágrimas, no quería ni voltear a ver a nadie. En cuando ella comenzó a hablar de mi tan "bien" usando palabras vulgares y otros cumplidos, la gente comenzó a soltar cifras cada vez más altas, comencé a llorar en silencio.

-Bien, tenemos ochocientos catorce mil dólares, ¿quién ofrece más?

-Dos millones por él

¡¿Qué?!

-Dos millones, ¿alguien ofrece más?

Aquel hombre que ofreció tanto dinero no iba vestido como los demás, mientras todos vestían de traje blanco y antifaz del mismo tono, él usaba una gabardina negra, el mismo color que su máscara y demás prendas, lucía tan calmado... A diferencia de mi.

-¡Vendido al joven de negro por dos millones de dólares!

No pude más y otra vez todo se volvió oscuro.




¡Vendido al hombre de negro! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora