E P I L O G O

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«Confío en que eres lo suficientemente inteligente para saber lo que te conviene, Okumura. Y sé, que sabrás elegir.»

Esa la única pista que encontró cuando Dai desapareció.

¿Los habían encontrado? ¿Quién tenía a Dai, dónde estaba?

Desde su posición actual, no podía hacer nada, no tenía los medios, no sabía por dónde comenzar, ¿qué debía hacer? Dai era la mente maestra del plan y ahora ella no estaba.

Suspiró, ¿cuál podría ser el precio de enfrentar al demonio que se oponía por su origen al amor que sostenía con su hija adoptiva?

Quizá cuando la encontrará, le reprocharía por no huir con ella al fin del mundo, pero, no estaba dispuesto a irse sin ella.

...

Tomo todo su orgullo y entró a la Academia, todos los que le vieron, le miraron expectantes, a decir verdad, ya no lucía tan joven como antes, su rostro tenía las facciones más marcadas, haciéndole ver mucho más varonil y apuesto, al igual que su cuerpo, había ganado masa corporal, haciendo ver más fornido y con un porte elegante.

Algunas chicas le elogiaban a medida que avanzaba por el pasillo principal de la Academia, él simplemente les ignoraba, necesitaba buscar ayuda rápidamente.

Dudo en tocar, pero, ya estaba ahí, ya no podía rendirse.

—Vaya, vaya —sonrió Mephisto—. Okumura... —miro por detrás de él, buscando a alguien más, pero no recibía respuesta—. ¿Dónde está Dai?

Tragó en seco, antes de responder.

—Supuse que tú lo sabrías, por eso he venido

—¿No sabes dónde está? —cuestionó, un poco, demasiado, molesto

—Si lo supiera, ¿a que vendría? —suspiró—. A eso he venido, creí que tú la tenías

—Debo admitir que Dai supo hacer un gran trabajo al huir contigo, pero sin duda, alguien más los buscaba

—¿El Vaticano?

—Probablemente...

—Pero ¿para qué querrían a Dai?

—No es a Dai a quien quieren —reprochó—. Es evidente que a quién buscan es a ti, ella es solo un señuelo

—P-pero...

—Aunque creas que no, eres el hijo de Satán y estás marcado por las llamas azules, aquellas mismas te condenan o te salvan —habló con pesadez, acariciando sus sienes—. Quizá lo odies, pero llevas la sangre del rey de Gehenna

—Eso ahora no me importa, solo quiero recuperar a Dai

—No te preocupes —le dio la espalda—, de eso ya me encargo yo. Ahora, debemos saber quién te quiere a ti, no eres de mi agrado, Okumura, y no lo serás, pero eso no quita el hecho de que eres una pieza importante en la academia y en el Vaticano, odiaría tener que compartirte con el enemigo

—¿De qué estás hablando?

—De los illuminati, así que, si son ellos quién te necesitan, lo harás. Pero no estarás con ellos del todo, serás nuestro espía, solo entonces podremos saber que planean y recuperaremos a Dai

—Bien, pero... usted no es de las personas que ayudan sin algo a cambio

—Tan inteligente como siempre —sonrío victorioso—. A cambio de ayudarte, dejarás a Dai —intento decirle algo, sin embargo, le interrumpió—, no espero que lo entiendas, pero lo harás. Eres un peligro para ella, tu maldición solo le traerá problemas, lo sabes, ella es una chica normal, puede hacer su vida normal, al lado de alguien que sea normal, no alguien que en cualquier momento pueda volverse un semidemonio y le haga daño, suena cruel, pero tú y yo sabemos que es verdad, eres una bomba de tiempo ¿cuánto falta para que eso se vuelva realidad?

ʙʟᴜᴇ ғʟᴀᴍᴇs | ʏᴜᴋɪᴏ ᴏᴋᴜᴍᴜʀᴀ [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora