Capítulo 2: Olvido

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"Rara"

"Antisocial"

"Deprimida"

"Inhumana"

"Fría"

Todo esto, Emma lo había escuchado. Por lo menos una vez en su vida, y lo peor, es que los insultos iban dirigidos hacia ella. Después de entregar su formulario y recoger varios papeles. Emma se sentó en una banca y sacó el folleto de su destino.

»Brandsville, Pennsylvania

»Un lugar para reflexionar, ¿te unes?

»Preparatoria Internado de Brandsville

Una chica de cabello rojizo se acercó a ella y soltó una carcajada.

-¿Por fin te largas de nuestras vidas? Créeme, nos harías un favor.-dijo riendo.

Emma no dijo nada, solo agachó la cabeza y dejó que su flequillo cubriera todo su rostro, estaba acostumbrada a esas burlas, y más de Regina: la millonaria, vanidosa, egoísta e ignorante Regina.

Sin decir más, la pelirroja se fue riendo, y Emma levantó la cabeza, una lágrima resbaló por su mejilla y el folleto se mojó a causa de ella. Que asco de vida llevaba. La odiaba, a su vida, a ella.

Se dirigió al baño y se encerró en uno, se levantó las mangas de la blusa que llevaba, y se sintió avergonzada, sintió asco por ella misma. Sintió desprecio por hacer lo que hacia. Sacó unas tijeras, y comenzó a tallarlo ligeramente en su brazo izquierdo, primero ligeramente, luego aceleró el movimiento, hasta que lo estaba haciendo lo más rápido posible. La sangre estaba resbalando por todo su brazo, y ella solo lloraba y aguantaba el dolor. Era una de las heridas más profundas que se había hecho. Una de las peores, de tantas que llevaba tatuadas en el cuerpo. Tomó un poco de papel de baño y limpió la sangre, para que secara, las lágrimas seguían saliendo inconscientemente, pero estaba tratando de contenerlas.

-No llores. No.

Se decía a si misma, susurraba para ella misma, que parara de llorar, que parara de herirse a si misma, pero no podía.

Esperó a que la sangre de la herida secara, y cuando terminó de hacerlo, salió del baño, se limpió el rostro con agua del lavamanos, y se vio en el espejo.

Cabello negro, ojos grises, piel pálida. Para ella, lo peor que pudo tener en la vida. Para otros, tenía un toque lindo. Enseguida, apartó la mirada del espejo, Emma creía que su imagen era la más disgustante que pudo recibir. Y no se veía al espejo muy seguido.

Salió del baño, camino para su sexto periodo, y se sentó al fondo del salón.

"Solo unos días más Emma, unos días más, para salir de esta tortura"

Se repetía para ella misma.

"Solo unos días más para olvidarte de la odiosa vida que llevas aquí. Para olvidarte de que tu mamá le presta más atención a sus bebidas alcohólicas que a ti. Para olvidarte de la sombra de tu padre, que probablemente viva mucho mejor con su otra familia. Para olvidarte de que nunca conociste a tu hermana mayor. Para olvidarte de tu vida. Y nunca recordarla. Nunca."

Eternamente destrozadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora