El afamado año que iniciaría con la vida militar de los cuatro jóvenes finalmente había llegado. Era el año en que aceptaban reclutas, y finalmente los cuatro se encontraban presentes en la región Sur. Era un día muy caluroso, y todos los nuevos reclutas se encontraban en el gran terreno cubierto de tierra.
Violet lucia un impecable intento de uniforme. Sí bien no estaba acostumbrada a usar pantalones, y a pesar de que no le gustaba la sensación, se encontraba rígida en una de las tantas filas que tuvieron que formar al llegar. Soportando el calor con mucho orgullo y aquellos incómodos pantalones.
Para la sorpresa de Violet, su instructor es Keith Shadis. Aquel ex comandante que hace años vio en una muy lamentable situación. Mismo hombre que ahora, gritaba con furia hacia los nuevos reclutas. Como si hace meses (por no decir toda su vida) hubiera estado esperando aquel día para poder desquitarse, o es lo que pensaba Violet al ver como intimidaba a su amigo rubio unas cuantas filas más allá.
El abrazador calor mantenía a una seria Violet acalorada a un lado de una chica de su misma altura. Estos últimos años habían aportado unos cuantos centímetros a su altura, a sus 12 años, rozaba el metro sesenta. Solo unos centímetros más baja que Mikasa y del mismo porte que Armin.
Violet luego de unos segundos, olisquea el aire. Frunciendo el ceño ante un conocido aroma llegando a sus fosas nasales. Y con la mirada busca aquel olor, mirando con sumo impacto a aquella morena chica a su lado.
Comiendo una patata.
Violet aclara su garganta, sin poder creer lo que aquella chica se encontraba haciendo frente al jefe instructor. Y aquello tenia a todos los cercanos en un estado de sorpresa e incredulidad.
Y lo que todos temían, el instructor Shadis descubrió a aquella desubicada joven.
―Tú, ¿Qué diablos estás haciendo? ―su tono lleno de seriedad puso alerta a Violet, quien por consecuencia de estar al lado de aquella peculiar muchacha, observaba la espeluznante expresión del mayor.
Pero para mayor incredulidad, la joven come patata no se da cuenta que es a ella a quien hablan, y para colmo da otra mordida.
―¡Tú, estoy hablándote! ―el tono alto del calvo hombre, exalta en su lugar a Violet, quien se fuerza en mantenerse quieta y mirando al frente. Para su fortuna, aquel instructor estaba demasiado ocupado en aquella joven que no había notado esa acción de la de blancos cabellos. ―¡¿Quién demonios eres?!
La joven toma su tiempo para tragar ante la incrédula mirada de todos los demás, y ubica su mano (la cual sujetaba la patata, por cierto) a su pecho, con respeto. Y con toda la seriedad posible, responde―Sasha Blouse señor, de la villa Daupa, al sur del muro Rose, señor!
