III.

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La habitación se sentía caliente y húmeda. El desorden se veía en las ropas tiradas alrededor del piso. Los sonidos que se escuchaban eran de los cuerpos fundiéndose mientras la tenue luz de las luces de afuera iluminaban la intensa escena.

Javi besaba fuerte y mojado el rostro de su amante, mientras lo sostenía por los hombros y lo masturbaba con firmeza.

Pascal emitía sonidos placenteros mientras se aferraba a la enorme espalda del hombre que lo embestía duro y a un ritmo constante.

Después de haber ganado la fortaleza por una semana entera, Javier Márquez y Pascal Nadaud no pudieron contenerse más. La tensión sexual había llegado al límite y la habitación grande que Casandra había cedido a Javi pues ella no quería dormir sola, estaba siendo testigo de la culminación del cortejo involuntario de ambos hombres.

Pascal se había colado discreto al cuarto, dejando dormidos a Ernesto y David. Javi parecía que lo esperaba, pues a pesar de ya ser tarde, estaba parado en la ventana mirando el cielo despejado. Con las cámaras apagadas y el seguro puesto en la puerta, se acercaron y labios se encontraron. No se necesitaron palabras. Cuando las durezas de ambos rozaron, la necesidad de sentir la piel los hicieron desnudarse mutuamente con rapidez.

Acostumbrado a cargar a Pascal, Javi rápidamente sostuvo las piernas del otro cuando sintió que Pascal saltó y lo rodeó con sus largas extremidades. A tropezones logró sentarse recargándose en la cabecera. Las manos de los dos acariciaron todo lo que alcanzaron, mientras las lenguas se enredaban y los dientes chocaban.

Javi se separó un poco de su amante y metió dos dedos en su boca. Pascal los lamió con gula y Javier pensó que era la cosa más sexy que había visto. Sobando una nalga dura y bien formada con su mano libre, Javi acarició el agujero y metió con cuidado un dedo, provocando un siseo de dolor en Pascal. Una idea cruzó por la mente de Javi. Tomando las caderas de Pascal, lo guió para acomodarse en la cama y volvió a besarlo, despacio, reconociendo su sabor. Bajó por el cuello, las clavículas, lamió y mordisqueó los pezones recibiendo suspiros satisfechos. Fue mas abajo, dejando un camino de saliva por el vientre hasta que llegó al falo duro y goteante. Dudó sólo un segundo. Besó la punta y las caderas de Pascal de levantaron en respuesta. Metió a su boca la verga hasta que su garganta protestó. Usando su lengua, subió y bajó lentamente, mientras sobaba los músculos de la cavidad de Pascal. Decidiendo que era suficiente, dejó el miembro y bajó un poco más. Sin estar seguro de lo que hacía, lamió tentativamente la entrada. Sabía a limpio. Siguió con el beso negro mientras uno de sus dedos exploraba con más facilidad y los suspiros se habían vuelto gemidos entrecortados. Volvió a subir sin dejar desatendida el área sensible y besó a Pascal de nuevo.

-Solo conozco la teoría-le susurró Javi, algo avergonzado, moviendo suavemente el dedo en el interior.

-Yo también, pero lo estás haciendo bien-respondió Pascal moviendo sus caderas y haciendo que la falange tocara el punto dulce-. Hmmm.

Reconociendo lo que acababa de pasar, Javi metió un segundo dedo, procurando dejarlo lo suficientemente dilatado.

La penetración fue algo inesperado. Para Pascal una revelación no tan dolorosa como lo pensaba. Para Javi un cúmulo de emociones y sensaciones que nunca había experimentado.

El orgasmo se acercaba peligrosamente. Ambos gemían, sudaban y se retorcían atrapados en los brazos del otro. Pascal buscó más contacto con su próstata moviéndose más rápido y haciendo que Javi acelerara las embestidas. Javi sintió que los músculos del recto lo apretaban casi asfixiándolo. Y se miraron a los ojos. Castaño con azul. Respiraciones agitadas. Un orgasmo tras otro; fundiéndose en un beso profundo que acalló el intenso placer que estaban sintiendo.

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