–Psst, Macca– el pelinegro se giró a verlo.
–¿Qué quieres, John?– indagó éste, asegurándose de que el profesor no los veía.
–Después de clase tengo una sorpresa para ti, te espero en la salida– dicho esto volvió su mirada a la hoja de éxamen, que aún permanecía en blanco.
Paul sólo se contuvo una risita, Lennon no cambiaría nunca.En la salida...
–¡Por aquí!– exclamó el castaño, que entre la marea de gente tenía miedo de perder a su amigo.
Paul lo siguió hasta encontrarse en un lugar en donde pudieran hablar normalmente.
–¿Y bien, qué quieres?– cuestionó mientras alzaba una ceja.–Yo todo amable contigo y así me tratas– repuso Lennon dramáticamente.
–Vamos John, no me dejes con la intriga– suplicó el menor, zarandeando levemente a su mejor amigo.
–Te tenía intrigado ¿eh?– el de ojos hazel chasqueó su lengua y John rió divertido, ganándose un pequeño codazo por parte del contrario.–Está bien, Paulie, no te enojes...necesito que me acompañes a casa, ahí descubrirás qué es– agregó, confundiendo un poco al menor.
En la casa de Mimi...
–Espero que no te molestes, pero sé que hace tiempo quieres uno y cuando lo ví no pude evitar llevarlo conmigo– dicho esto le entrego con mucho cuidado una caja de cartón mediana.
–¡¿Es lo que pienso?!– exclamó el pelinegro, intentando no gritar de la emoción.
–Ve por ti mismo– indicó, con una pequeña sonrisa amenazando con salir de sus labios. Adoraba ver ese brillo en sus ojos.El menor abrió con delicadeza la caja, encontrándose con un pequeño gatito en su interior. No pasó mucho tiempo para que lo tomara en sus brazos y comenzara a repartir caricias por su suave pelaje de tonos amarillentos y anaranjados, haciendo que el mayor lo observara con ternura y una tonta sonrisa dibujada en su rostro.
El pequeño pronto comenzó a ronronear, por lo que el de ojos hazel soltó una dulce risita mientras lo acunaba en sus brazos.–Gracias, Johnny. Es muy lindo de tu parte– agregó en voz baja, evitando hacer cualquier ruido demasiado fuerte e ingeniándose para depositar un dulce beso en la mejilla del mayor.
–Sé lo mucho que te gustan, y no podía simplemente dejarlo a su suerte como alguien más lo hizo– lo había encontrado hace un par de días atrás de camino a su casa, envuelto en una cobija y sólo, dentro de una caja. Razón por la cuál decidió llevarlo a su casa y brindarle los cuidados necesarios.–Sé que lo cuidarás mejor que nadie– finalizó. Haciendo que McCartney mirara al pequeño gatito que permanecía dormido en sus brazos, cuestiónandose cómo alguien era capáz de abandonar así a esa adorable criatura que no tenía culpa alguna.
–Paul, hay algo que me gustaría decirte– soltó de repente, mientras sentía su corazón latiendo a un ritmo apresurado. El mencionado arropó al pequeño felino con algunas cobijas mientras lo depositaba cuidadosamente en la caja.
–Dime, John– iba a hacer una broma, pero a juzgar por el rostro de su amigo se trataba de algo importante.
Lennon soltó un pesado suspiro y se dispuso a decir algo que seguramente cambiaría su amistad con el pelinegro, para bien o para mal.
–Estoy enamorado– la noticia cayó como un balde de agua fría para el menor, por más que intentó disimular, le aterraba la idea de ver a John con alguien más.–No es necesario que sigas, John...– respuso con toda la fuerza que le era posible.
–De ti, Paul– finalizó y el pelinegro creyó que podría desmayarse allí mismo, no podía creer lo que acababa de escuchar.
–¡¿De mí?!– cuestionó atónito mientras sentía sus piernas como una gelatina.
John asintió mientras observaba sus calzados como si fuesen lo más interesante del mundo.
Rápidamente sintió como era rodeado por los brazos del de cabello azabache. No tardó en corresponder, sintiendo una felicidad que estaba seguro no podría ser expresada en palabras ni en un millón de años.–Te amo, te amo tanto, mi Paulie– susurró mientras lo abrazaba con efusividad.
–Y yo a ti, mi Johnny– comentó de igual forma mientras sonreía, haciéndolo ver increíblemente tierno al notarse las pequeñas arrugas al costado de sus ojitos.
Permanecieron así un buen rato antes de separarse parcialmente.Narra Paul:
John presionó sus labios contra los míos en un beso ligero, dejándome con ganas de más.
Por lo que envolví mis brazos alrededor de sus hombros y esta vez fuí yo quién inició el beso. Separó sus labios y usé mi lengua para adentrarme, ambos gemimos levemente cuando nuestras lenguas se encontraron.Nos separamos brevemente para recuperar nuestra saturación de oxígeno normal mientras podíamos escuchar nuestras agitadas respiraciones producto de nuestro anterior encuentro.
–No tienes idea en lo que te metiste, Paulie...– y entonces nuestros labios chocaron, los mismos se sentían suaves contra los míos, aún cuando el beso era intenso.
Sonrió contra mis labios y un cosquilleo recorrió mi cuerpo.Y entonces fue cuando lo entendí; ahí era exactamente donde quería estar, lo amaba y ya no había vuelta atrás.
FIN.