22. Diferencias

4.2K 372 384
                                    

EVANGELINE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EVANGELINE.

31 de mayo del 2018.

En memoria de mi estado cuando estaba en medio de una posesión el frío del metal roza mis tobillos y ante el movimiento las cadenas retumban en la resonancia de la habitación resguardada en la humedad y la penumbra. No se oye nada más que yo misma y eso no me tranquiliza, lo sé porque la corona vuelve a aparecer, pero esta vez con dolor, no controlo lo que es en mí y las venas se bañan de esa tonalidad rojiza que brilla. Desconozco si es de día o de noche, llevo varias horas aquí y él no ha venido. Cuando nos retiramos de la casa de Herman apenas recuerdo que, con un movimiento de su mano en mi rostro, perdí la conciencia.

Estar en estas paredes que destilan vejez y poco cuidado lo único que hacen es crear un nudo en mi estomago ansiosa por saber que está sucediendo más allá de lo visible.

Sé que me ha mantenido sedada porque no tengo tanta fuerza como antes, como si estuviera durmiéndome. Eso no fue impedimento y pude escucharlo cuando hablaba con Herman, de ese modo con la poca energía que tengo en este estado pude advertirle a Dorian que salieran de ese lugar, descubrí que deseaba tanto hablar con él que por una fracción de tiempo limitada tuve acceso a su mente.

—Intenta de nuevo —insiste.

—No funciona, lo sabes.

—No soy fan de ser optimista, pero te hundes muy rápido en la desgracia. Actúa o muere, pero deja de ser cobarde.

—Tu eres cobarde, me dejaste sola cuando llegó Galena. Si me dices que esa era la única forma de que apareciera...

—No me cae bien, eso es todo. Si te decía no ibas a aceptar.

—Me dejaste como una tonta, no sé qué pretendo creer sabiendo que eres un demonio —me río—, lo peor es que me utilizas y por un momento lo olvidé.

—Nunca lo olvidaste, te dejaste llevar que es diferente. Las sensaciones placenteras siempre tendrán peso para olvidar, después te puedes arrepentir, como es tu caso. Inténtalo.

Bufo suspirando, estiro como puedo mis brazos ya que las cadenas son pesadas y tampoco me permiten tener mucha movilidad. No puedo ver nada en este lugar, está recubierto por una oscuridad que va más allá de la ausencia de luz. Hay energía mística en el espacio, la pesadez en el aire lo confirma y no es energía de la buena.

Al juntar mis manos sintiendo todas las cicatrices por el precio de utilizar la magia, respiro profundo percatándome del lugar en donde estoy, la soledad que emana, las bajas temperaturas que penetran mis huesos y las cadenas que me rodean.

­—Soy energía, soy portadora, un alma divida. —exhalo en mis manos para que el aire contenido me de fuerza—. Espíritus danzantes los exhorto en la búsqueda de romper estas cadenas.

La Portadora de Almas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora