26. Dolores vengativos

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EVANGELINE

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EVANGELINE.

04 de junio del 2018.

No vamos en dirección a su despacho, en su lugar lo sigo por un sendero oscuro lleno de árboles. En el vacío de la noche lo único que se escucha es el andar tosco de Herman y mi respiración acelerada debido a la intriga expectante por saber que quiere.

—¿Adónde vamos?

—Un lugar privado, de mi completo agrado —responde a secas.

—Eso no es mucha información —insisto.

Lo escucho resoplar quejumbroso.

—Vamos a una capilla, es pequeña y cómoda para conversar, cuando necesito encontrarme con Dios es el lugar perfecto. —Si los guardias escondidos tras los arbustos tratan de ser silenciosos no lo están logrando, mis sentidos están agudizados y alertas.

Herman cree que no estoy al tanto de la cantidad de guardias ocultos entre la vegetación. Había bastantes en la entrada, pero aquí están aquellos que son demonios. No necesito olfatear dos veces el ambiente para que penetre el olor nauseabundo de estos que toman el pellejo humano como disfraces de su verdadera identidad.

—¡Oh! Está es la fachada de cartón que oculta tu verdad, interesante.

Poco después se detiene en la capilla, en el centro de la pared se encuentra un bombillo alumbrando el paseo dejando a la vista una fachada blanca con manchas amarillentas a sus pies adornada con vitrales de matices religiosos. Su mano trémula llena de grietas por la vejez busca la llave en el bolsillo de la sotana introduciéndola en la cerradura pretendiendo ocultar lo espasmódico que está, entretanto el rechinar de la puerta al ser abierta le da un aspecto tétrico en su estilo desgastado con retoques de un marrón oscuro.

Yo espero a una distancia significativa y observo a mi alrededor, el silencio en la penumbra se acentúa poco después, dejando esa sensación de vacío placentero cuando hay un ruido estrepitoso que se calla de golpe.

—No importa quien entre primero —confieso a su gesto que me invitaba a entrar. Rodando sus ojos que recuerdo en un tono olivo, pasa.

Al entrar hay tres asientos a cada lado y en el centro un reclinatorio, justo donde se encuentra el hijo del hombre en su cruz. Nunca estuve de acuerdo con las representaciones catastróficas, conmemorar de corazón esos hechos era mejor que exponerlos como trofeos históricos en el altar. A la derecha se encuentra un pequeño confesionario y en el lado contrario la sacristía, las paredes están repletas de imágenes de Santos y la línea secuencial en memoria del final del hijo del Creador en Tierra.

—No te apuñalaré por la espalda —se ríe para después suspirar y negar.

—Al llegar quiso que depositara mi confianza en usted. Tan desesperado por el poder que no esperó mucho para mostrarse como es verdaderamente. —Desinteresado se encoge de hombros.

La Portadora de Almas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora