22 HORAS Y 35 MINUTOS

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30 de diciembre, las 13:25h. Gasolinera Repsol.

Habían dejado atrás Pamplona hacía ya un buen rato y con ella también las nubes oscuras y la lluvia. Alba tenía su mirada fija al paisaje de esa carretera, en realidad no miraba nada, solo usaba aquello como excusa para no prestar atención al interior del vehículo. Empezaba a salir el sol por fin y el calor acariciaba su piel de porcelana, cerró los ojos y suspiró, si alguien supiera cómo de rápido iba su mente en ese momento se habría asustado. Recordaba las palabras de Ici, Natalia amiga de todos sus ligues, todos, ¿cuántos eran todos? ¿Y por qué le molestaba eso? Un nuevo suspiro. «Te molesta porque en el fondo pensaste que habíais conectado y ahora resulta que eres una más en su extensa lista de noches locas.» Giró un poco su rostro mirando de reojo a la morena que, ajena a todo aquello que estaba pensando, hablaba con Álvaro inclinada hacia adelante. Estaba preciosa con esa luz que resaltaba sus facciones. Negó y volvió a centrarse en el paisaje exterior, tenía que pasar de una vez por todas de ella, centrarse en repasar la entrevista y luego marcharse a Valencia para comenzar su vida con Isaac.

Natalia sintió los ojos de Alba posados en ella, pero no se giró, siguió hablando con Álvaro intentando disimular sus propios nervios. Era consciente que se debían una conversación, ella necesitaba que la tuvieran y dejar de sentir ese ajetreo interno que le provocaba su cercanía. Pero ese no era el lugar, no cuando a su espalda tenía tres pares de ojos muy pendientes de ellas dos y delante un ex que, conociéndolo, intentaría alguna cosa para quedarse a solas los dos. Ignoró a la rubia como pudo y se centró en su conversación con Álvaro. Escuchó a Mikel maldecir en voz baja y eso llamó su atención.

– ¿Pasa algo? – Preguntó.

– Tenemos que parar a echar gasolina.

– Según el GPS en cinco minutos viene una Repsol. – dijo Álvaro que como copiloto se ocupaba de la ruta y la música.

– Guay.

Natalia pensó a la velocidad de la luz, esa era su oportunidad. Tenía que encontrar la manera de convencer a Alba de que bajara con ella y tener un momento a solas para hablar, pero cómo. Mikel se metió en la salida y detuvo el vehículo en uno de los surtidores, por suerte para ella además de gasolinera también era área de servicio, con bar y una pequeña tienda.

– ¿Me acompañas a por chuches para el viaje? – Susurró Natalia muy cerca del oído de la rubia que se estremeció sin que la otra se diera cuenta.

Alba la miró y entendió que aquello no iba a comprar nada, quería hablar con ella y para que mentir, ella también necesitaba dejar algunas cosas claras de una vez por todas. Asintió y Natalia se movió abriendo la puerta para salir.

– Vamos a por algunas cosas para el viaje. – Miró a Ici que le sonrió.

– Comprad un par de botellas de agua y Donettes.

– Y regaliz rojo. – Se metió Marina.

– ¿Algo más? – Preguntó ahora Alba ya desde el exterior de la furgoneta.

– Alguna bolsa de patatas y mierdas varias. – Contestó Haus.

– Hecho ahora venimos. – Y dicho esto Natalia cerró la puerta alejándose con Alba.

– Estas dos no van a comprar una mierda. – dijo Ici riendo y los otros dos asintieron.

Mikel las vio alejarse y frunció el ceño mientras apretaba con rabia la manguera del surtidor, estaba claro que algo le pasaba a Natalia con esa chica, no era idiota y se había fijado como la miraba, pero lo peor no era eso, lo peor era que también vio como la miraba la otra cuando no se daba cuenta. No lo pensaba permitir, Natalia y él debían estar juntos.

36 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora