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Para ambos fue algo nuevo pasar de convivir unas horas al día y compartir unas cuantas noches juntos a la semana, a estar coincidiendo en un mismo espacio en todo momento.
Resultaba hasta cierto punto incómodo pues, a pesar de funcionar bien como pareja, ir más allá involucraba compartir su espacio personal con el otro y... Eso evidentemente les terminaría cobrando factura tarde o temprano.

Llevaban un mes viviendo juntos y más de seis como pareja cuando, después de múltiples y constantes discusiones por los hábitos del otro, decidieron que lo mejor era buscar un sitio más amplio y establecer ciertos límites.
O de lo contrario terminarían arruinando su relación.

Y es que ambos sabían que tenían sus diferencias pero, no esperaban ser completamente opuestos al momento de tener que vivir bajo el mismo techo.

Vegetta era sumamente organizado, con tendencias perfeccionistas y amante de la simetría, además de no tolerar tener un espacio sucio o con alguna envoltura de chuches en su campo visual.

Rubius por lo contrario era desorganizado, espontáneo y prefería la comodidad antes que la apariencia, además de que veía innecesario estar limpiando y recogiendo hasta la más mínima envoltura que sacaba.

Buscaron un nuevo departamento donde ambos tuvieran al menos una amplia habitación para cada uno y una tercera para dormir juntos, porque al parecer era en la cama el único sitio donde encajaban perfectamente, no sólo en el ámbito sexual sino más allá.
El simple hecho de dormir juntos se había vuelto un hábito que difícilmente perderían y que por el momento no querían dejar de tener.

Así que una vez que se mudaron a un espacio más amplio, ambos establecieron ciertas reglas, como el que cada uno pondría de su parte para mantener decente los lugares donde convivían sin llegar a buscar la perfección de estos. Y que en sus respectivas habitaciones, cada uno podría hacer de esta lo que quisiera sin que el otro pudiera perturbar su espacio personal.

Con eso lograron tener una convivencia más amena, Rubius pasaba gran parte del día encerrado en su cuarto y Vegetta por lo general no se encontraba en casa. Lo cual los llevaba a sólo convivir al preparar la cena o durante esta.
Ambos estaban orgullosos de haber sobrevivido a la primera crisis en pareja, y cada pequeño tiempo libre que tenían no dudaban en pasarlo con el otro.
Se querían, eso era más que evidente, pero eso no bastó para que las cosas continuarán bien por mucho tiempo.

Llevaban ocho meses de noviazgo cuando una tarde, las cosas finalmente estallaron.

- ¡Joder, Vegetta! ¿Qué te cuesta darte un tiempo libre, hombre? Hace semanas que apenas y cruzamos palabra... ¡Incluso los chicos están preocupados por ti!

Todo había comenzado semanas atrás desde que el azabache estaba tan sumido en su trabajo que apenas ponía un pie en casa, y cuando lo hacía sólo se encerraba en su habitación a seguir trabajando.
Rubius lo entendió en un principio y no se quejó en absoluto, pero conforme los días pasaban, notaba que Vegetta incluso había descuidado actividades esenciales como dormir o comer bien. Eso lo preocupaba.
Y ahora que había intentado convencerlo de salir un rato con sus amigos, el azabache había reaccionado de muy mala manera.

- ¡¿Y qué quieres qué haga, Doblas?! ¡¿Renunciar?!

- ¡No te estoy pidiendo eso! ¡Te estoy diciendo que debes darte tiempo para ti! ¡Te hará daño presionarte tanto! - Intentó hacerle razonar

- ¡No necesito tus sermones!

- Es que me dices que yo me comporto como un niño pequeño cuando no te has visto a ti mismo... ¡Estas poniendo en riesgo tu salud!

- ¡No me pasará nada! - Espetó con desdén - ¡A diferencia de ti, yo estoy acostumbrado al trabajo duro! - Hizo una pausa - Y además necesitamos el dinero... ¡La casa no se va a mantener por si sola!

𝕂𝕖𝕖𝕡 𝕞𝕖 𝕚𝕟 𝕪𝕠𝕦𝕣 𝕞𝕖𝕞𝕠𝕣𝕪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora