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Gwangil salió corriendo en medio de la noche. Le dijo a Sangyeop que algo estaba pasando con un amigo,  que no iba a tardar mucho, que no se preocupara. Precisamente él estaba haciendo lo contrario a lo que le dijo, y estaba sentado en el sillón de la sala con una taza de té en la mano, esperando a que un Gwangil sano y salvo atravesara la puerta.

A eso de las dos y media de la mañana, su amigo volvió. Tenía los ojos irritados, rojos. ¿Había estado llorando? ¿Por qué? ¿Estaba bien el amigo que hizo que saliera a los apurones? Esperaba que sí.

—¿Todo bien?

—Sí, por suerte. No te preocupes y andá a la cama, que tenemos clase mañana.

—Gwangil, mañana es sábado, no tenemos clase.

—Ah. Bueno, me voy a dormir. Buenas noches Yeop.

—Buenas noches, Gwangil.

Aún en la sala, Sangyeop pudo escuchar los sollozos que provenían de la habitación de Gwangil. No fue hacia él, iba a darle la privacidad que necesitaba. Si él quería hablarle, sabía que él mismo iba a hacerlo, por ahora quería darle lugar, su espacio.

A las cuatro menos cuarto, Sangyeop se levantó del sofá y caminó hacia su habitación. Detrás de la puerta de la habitación de su amigo había silencio y oscuridad, pero algo le decía que no estaba dormido. 


Cuando se despertó al otro día, Gwangil no estaba. Había dejado una nota. "Hoy duermo en casa de un amigo, no te preocupes por mí! :)". 

Diario de un sonámbulo || LUCYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora