Día 01: Primera vez

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Día 01

Primera Vez

...

El hanyou de larga cabellera plateada buscaba por toda la aldea a Kagome, un tanto exaltado; la joven había desaparecido de repente y no lograba encontrarla por más que olfateara cada rincón del lugar. Era como si, de pronto, hubiera desaparecido otra vez, como hace tres años atrás. La sola idea de verse de nuevo en esa situación, generó que saliera corriendo en busca del sitio a donde solía estar el pasadizo del tiempo, en el pozo devorador de huesos.

Cuando, de un largo salto, aterrizó en las cercanías del pozo, empezó a olfatear con rapidez, pero no había rastros de Kagome, ni su aroma, nada. ¿Dónde se había metido esa mujer? ¡Cuando la encontrará iba a escucharlo seriamente!

De repente, una suave brisa trajo consigo el olor de la muchacha, con el ceño fruncido por la molestia que sentía en cada rincón de su cuerpo, regresó hacia la aldea donde había captado su esencia.

—Tonta Kagome —dijo aquella frase, repitiéndola un par de veces, fastidiado con la joven—, solo logras preocuparme.

Cuando llegó hasta el lugar en donde estaba, iba a cantarle un par de verdades, pero no pudo. La escena que transcurría frente a él, lo dejó completamente paralizado, pues la joven, desaparecida hace unos momentos, estaba de rodillas, orando frente a la que solía ser la tumba de Kikyou. Apretó los labios y se tragó todos sus argumentos para otra instancia.

—Estaba en un campo de protección —le dijo sin quitar su pose de oración, manteniendo sus ojos cerrados y las manos en forma de plegaria—, lo quité cuando sentí tu aura perturbada. Supuse que te preocupé. Lo siento.

Inuyasha retrocedió un paso. ¿Cuánto había mejorado el nivel espiritual de Kagome como para sentir su preocupación?

—Yo...

—Puedes ver que mi poder de concentración ha mejorado mucho —continuó, sin permitirle hablar—. Puedo saber cómo te sientes sin verte, puedo saber que la anciana Kaede en cualquier momento prenderá el caldero para hacer el almuerzo y que Kohaku pasará, en breve, por encima de nosotros con Kirara...

El hanyou observaba todo lo que su pareja decía realmente maravillado, pudo sentir a la distancia como la leña empezaba a chispear en la cabaña de Kaede, y en cuestión de minutos, presintió la energía de Kirara, que pasó sobre ellos con Kohaku en dirección a la casa de Sango. Sin duda, se había vuelto poderosa.

—¿Qué haces aquí? —consultó, con algo de mesura, acercándose a ella. Sabía que el tema de Kikyou solía ser un punto de conflicto entre ambos, la había hecho sufrir mucho por su indecisión y sabía perfectamente, que la separación de esos tres años, era el karma que pagó por ello.

—La anciana Kaede me recordó que hoy es el aniversario de Kikyou, así que quise venir a mostrarles mis respetos, por primera vez.

—Kagome...

—Sé que te costará creerme —continuó hablando, tratando de que el hanyou no la volviera a interrumpir, necesitaba soltarle eso para poder avanzar—, pero no siento nada en contra de ella. Después de todo, ella fue parte de mi ser durante quince años, parte de lo que fui y de lo que soy, es gracias a ella y no puedo negarlo —Inuyasha no dijo nada, simplemente, se paró a su lado y imitó la pose de Kagome, de rodillas frente a la tumba—. Kikyou y yo éramos más que un ser que compartían parte de una misma alma o los mismos sentimientos por ti. Éramos un puente entre dos eras que necesitaban acabar con la maldad de la perla de Shikon y, gracias a un trabajo en conjunto, cumplimos nuestros objetivos. Por eso, ella ahora descansa en paz y yo, mantengo a salvo por todo lo que hemos luchado.

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