Capítulo 1

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En algún lugar de la costa mediterránea antes de la era Covid-19...

―Malena...

No se lo podía creer, imposible que tras tantos años ella apareciera en su despacho así sin más. Rodrigo levantó la mano del ratón, necesitaba acercarse a la cristalera para asegurarse que la vista no lo engañaba. Con la tranquilidad de no ser visto, Rodrigo oteó al otro lado del cristal, gracias a la clandestinidad otorgada por las venecianas de su despacho, para confirmar si estaba en lo cierto.

―Malena, eres tú, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Los hados han decidido cumplir mi sueño con años de retraso?

Años hacía que no la había vuelto a ver, diez años habían pasado desde que día tras día sus caminos los cruzara en el metro camino a la universidad. Cinco años en los que no se atrevió jamás a vocalizar un simple «hola», solo se permitió a devolverle alguna osada y tímida sonrisa. Obnubilado, sintiendo incluso haber retrocedido en el tiempo, y convertido en el introvertido joven que un día había sido, la contempló casi sin pestañear al tiempo que se preguntaba qué hacía en su despacho hablando con su asistente.

―Malena...―murmuró. Muchas fueron las veces en las que en sueños había gritado su nombre y, sin embargo, cada sílaba se le anquilosaba en las cuerdas vocales cada vez que intentó decirlo en alto.

Rodrigo observó a María, su asistente, levantarse y acercarse a la puerta de su despacho. Era alucinante pensar que estaba a punto de tener un niño, su minúscula barriga no delataba sus casi treinta y ocho semanas de embarazo. Allí estaba ella, al pie del cañón, Rodrigo tenía miedo que en cualquier momento se pusiera de parto y tuvieran que atenderla en medio de la oficina.

-Rodrigo -Con una amplia sonrisa, como era usual en ella, pero claros signos de cansancio en su cara.

-Dime.

-Ha llegado la señorita Rodríguez, ¿la hago pasar?

-¿La señorita Rodríguez?

-Sí, Malena Rodríguez-Lo recriminó con la mirada.-. ¿Recuerdas que me dijiste que eligiera a mi sustituta? ¿Recuerdas que la semana pasada cuando fuiste a Roma hice las entrevistas? Rodrigo, yo dormiré poco porque este no para de dar patadas nada más poner la cabeza en la almohada, pero tú necesitas dormir más que yo―Con la confianza dada tras tantos años trabajando juntos y, porque más que su jefe era su amigo lo regañó―. Malena es la mejor, te lo dije. - Siguió mientras veía la cara de su jefe. -. Seguro que te gusta, ya verás, miedo me da, igual luego no me quieres de vuelta.

―Sabes que eso jamás ocurrirá por mucho que ella...que ella sea la mujer de mi vida―dijo de manera totalmente inconsciente.

―¿Qué...? ¿La mujer de tu vida?

―A ver es una forma de hablar―Trató de excusar el comentario vomitado por su subconsciente.

―Oye nunca se sabe―Se cruzó los brazos sobre la barriga, miró sobre su hombro para ver a Malena y volvió a mirarlo a él―. Haríais buena pareja―Con una ladina sonrisa en los labios comentó en tono confidencial―, lo que conozco de ella me gusta. La semana pasada me pareció un encanto. Sí, podría ser la mujer de tu vida.

―María, a ti el embarazo comienza a hacerte estragos en el cerebro―respondió sin poder disimular una sonrisa que hizo brillar sus ojos azules―. Anda, hazla pasar, a ver si logramos tenerte una sustituta y te vas a casa antes de que te nos pongas de parto.

Con una nada disimulada sonrisa en los labios y bajo la recriminatoria mirada de Rodrigo, María salió en busca de Malena, sin borrar la sonrisa los presentó. Un serio Rodrigo le tendió la mano a la recién llegada, contuvo la respiración al tiempo que la contempló con detenimiento. Su melena ahora era más corta, le caía en cascada sobre los hombros, sus ojos le seguían pareciendo impresionantes y su sonrisa... Su sonrisa seguía siendo la más bonita del mundo.

Al final del trayectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora