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Gracias-3-
Una pierna impidió que la puerta del ascensor se cerrase. Malena no se sorprendió al comprobar que era la pierna de Rodrigo, comenzaba a sospechar que estaban predestinados a coincidir en todas partes tras diez de años sin verse.―Perdón, buenos días―saludó Rodrigo a todos los que iban en el ascensor, vocalizando un silencioso buenos días solo para Malena, al que ella contestó de la misma manera.
Un rato les llevó llegar al piso treinta, pues, muchas fueron las paradas realizadas por el camino. Malena sintió que el corazón se le iba a salir por la boca, Rodrigo no apartó de sus ojos su penetrante mirada en todo el trayecto.
―¿Mejor? ―preguntó en un intento de normalizar la situación entre ellos.
―Sí, mucho mejor, ya comienzan a aparecer recuerdos del fin de semana.―Su sutil sonrisa dejó entrever de cuáles recuerdos hablaba haciéndola ruborizar para su diversión.
Tras el habitual recorrido por las diferentes plantas del rascacielos, la puerta del ascensor se abrió en el treinta. Rodrigo cedió el paso a Malena, quien con una tímida sonrisa salió del ascensor delante de él. Todo su cuerpo se estremeció al Rodrigo apoyar una mano en su hombro derecho para susurrarle al oído: ―El viernes está recuperado del todo.―Deslizó un dedo por su espalda―. Las medusas han entrado en mi lista negra, si en algún momento Greenpeace busca benefactor para salvarlas, no seré yo quien apoye su causa.
Malena notó el rubor subir desde la punta de sus pies hasta su cabeza, al tiempo que un intenso calor bullía en su interior; sus piernas le flaquearon estando a un tris de acabar en el suelo si Rodrigo no la hubiese sujetado.
―Cuidado, no quiero que te lesiones nada más comenzar a trabajar con nosotros. Y ahora menos―apuntó Rodrigo sonriente sin soltarla.
―¿Ahora menos, por qué? ―Se interesó Malena al no entender la puntualización, no creyó que tuviera algo que ver con lo ocurrido entre ellos.
―Luego te enterarás. ―anunció sonriente soltándola para abrir la puerta del estudio. ―. Pase usted, parece ser que somos los primeros en llegar.
―Ya lo veo. ―Malena se dirigió a su mesa y deseó que sus compañeros no tardaran en llegar.
Malena encendió el ordenador, necesitaba con urgencia centrarse en algo para no estar pendiente de los movimientos de Rodrigo, acto inútil, pues, de manera inconsciente lo seguía con la mirada al verlo pasar junto a ella de camino al office.
«Comienzo a pensar que intentar trabajar aquí va a ser muy mala idea», se dijo a sí misma mientras maravillada veía las habitaciones del hotel que habían decorado en Roma. «¿Cómo vamos a poder sobrellevar esta situación durante cuatro meses si la tensión sexual se respira entre nosotros? ¡Esto va a ser horroroso!».
―Buenos días, Malena―La saludó Joaquín que acababa de sentarse en su mesa pillándola por sorpresa.
―Buenos días.
―Ya hoy estás solita, ¿no?
―Sí, espero no liarla.
―Bah, permíteme que lo dude y, en cualquier caso si tienes algún problema no dudes en preguntar.
―Gracias, eso haré. No lo dudes.
―¿Qué? ¿Preparada para tu primer viaje?
―¿Mi primer viaje? ―Su cara mostró su total desconocimiento.
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Al final del trayecto
ChickLitDurante cinco años Rodrigo soñó con la chica con la que cada mañana coincidía en el metro camino a clase. Jamás se atrevió a decirle nada, solo osó a devolverle la sonrisa cuando sus miradas se encontraban en medio del abarrotado vagón. ¿Quién le ib...