Sobrevivir el día a día.

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Un sonido insoportable comenzó a aturdirme, logré abrir los ojos y apagué el despertador, eso significaba que era un nuevo día, lamentablemente.

Cada día que me despierto lo maldigo. ¿Por qué no puedo dormir y no despertar nunca? Muchas adolescentes piden ropa, zapatos, un celular nuevo, maquillaje, un novio, y lo único que yo quiero es no despertarme más. ¿Tan difícil es? Se ve que sí.

Me tomé una ducha y me cambié frente al espejo para ir al colegio. Ahí estaba, mirando todas y cada una de mis imperfecciones. No había día en el que no llorara mientras me miraba mi reflejo. Nunca entendí por qué hay chicas que verdaderamente son hermosas y yo no, tal vez para hacerme recordar que soy menos que ellas, supongo.

Si hay algo que amo, es estar en el colectivo y mirar al exterior por la ventana. Ver como la gente se apura para llegar al trabajo, las personas que abren sus negocios, los malos humores de las personas cuando caminan. También me encanta ver la naturaleza. Quedé colgada mirando como unos perros corrían por las veredas hasta que me dí cuenta que ya tenía que bajar.

7:20 a.m. Qué raro llegando a tiempo al colegio yo eh. Mis compañeros por suerte son bastantes buenos conmigos y tengo un grupo de amigas que no cambiaría por nada, me dan la fuerza para seguir adelante porque sino juro que no lo haría.

9:40 a.m: Clase de Física. Ayer lo único que había ingerido en el día fue la comida de la cena (obligada, obvio) y no había desayunado nada esta mañana. Mi cuerpo ya no lo estaba aguantando, me desconcentraba con facilidad, cabeceaba del sueño que tenía y sentía que mi presión estaba cada vez más baja.

- Julieta, Julieta, ¿Qué es lo que te pasa?- 

- eh, nada, ¿Por?- le contesté a mi compañero de banco.

- A mi no me mientas, mira tu cara, estás ojerosa y más pálida que un muñeco de nieve-

- Ay, pero qué divino sos halagando a una mujer-

- Te estoy hablando en serio. ¿No comiste, verdad?- Me quedé callada. Como si le importara si comí o no, tema mío. - Julieta, ¿Podés contestarme? Estoy seguro que no comiste nada.-

- Si comí, quedate tranquilo. - mentí. 

- Sinceramente, no te creo nada. Te voy a comprar un alfajor. -

¿QUÉ? ¿ESTÁ LOCO? ¿UN ALFAJOR? ¡¡¿¿ES EN SERIO??!! QUE NI SE LE OCURRA HACERLO.

- No, Cristian. No lo hagas por favor. Me caerá mal. Estoy con problemas de estómago, lo último que podría hacer es comer un alfajor.- volví a mentir.

- No me vas a engañar de nuevo, sé que no comiste en lo absoluto y ya mismo voy a comprarte algo para que comas.-

Ví como se paraba para pedirle permiso a la profesora y así ir al kiosko. Le leí los labios "Juli no se siente bien, creo que no comió, de nuevo". La profesora se quedó mirandome y se acercó a hablar conmigo.

-Juli, ¿Otra vez? Vamos a dirección así llamamos a la emergencia para que te revisen la presión-

Obviamente, no podía negarme, así que hice caso y esperé en la dirección hasta que llegaran para ver cuán baja estaba mi presión ésta vez. 

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora