Prefiero estar sola.

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Los días pasaban y me sentía cada vez peor. Sin fuerzas, sin ganas, sin nada. Las únicas veces que comía era cuando estaba totalmente obligada por mis padres ya que no me quedaba otra opción.

A veces pasaba semanas sin comer nada, amaba la sensación de no tener absolutamente nada en el estómago, lo tenía como mi alma: vacío. Nadie sabía lo que estaba pasando, no era capaz de decir nada a nadie, no quería que se entrometieran en lo que hacía o dejaba hacer. A veces mis amigas preguntaban por qué no comía pero yo sólo me quedaba callada. Simplemente pensaron que se trataba de una dieta normal, y que es algo común en las adolescentes pero no era así, era la dieta de la muerte. Igualmente, ellas no me prestaban mucha atención. Estaban más ocupadas y pendientes de sus novios como para andar preocupándose por mi. Puede que suene de celosa pero muchas veces me dejaban de lado.

Era la única de mis amigas que no tenía novio o que no estaba con algún chico. Eso a veces me hacía sentir mal, muchas veces los chicos les prestaban más atención a ellas que a mi. Aunque tampoco quería estar con alguien. Me gustaba la soledad. 

Muchas veces habían chicos que me hablaban para intentar acercarse pero yo no quería nada. Estaba sufriendo tanto por las peleas en mi casa, por mis problemas y todo eso que tenía miedo de que alguien jugara conmigo y me terminara de destruir. Siempre me dí cuenta de los chicos que son sinceros y de los que te quieren para jugar nada más. 

Al único chico que quería era a mi mejor amigo, Matías. Era mi hermano, mi otra mitad, mi consejero, mi amigo fiel. Siempre sabía cuando estaba mal y cuando estaba bien. Hacía absolutamente todo por mi hasta que en un momento se malinterpretaron las cosas.

Un día el me confensó que me quería como algo más. Muchas veces me decía cosas que me parecían raras o que me parecían de más, pero nunca creí que fuese así. Yo solamente lo veía como un mejor amigo y nada más. El no entendía por qué lo rechazaba si sabía que lo quería. Intentaba todo el tiempo ser algo más pero a mi no me interesaba.

No voy a mentir, me ponía muy mal lastimarlo pero iba a ser peor cuando se entere de que me estaba conviertiendo en un mounstro. 

Otra oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora