El mensaje

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Insomnio, mi viejo amigo. Aquella noche fui incapaz de pegar ojo pensando en esa puerta. El sueño había abandonado mi cabeza, y tras horas dando vueltas sobre mí mismo y entre las sábanas, decidí bajar a la cocina para tomarme un vaso de leche y fumarme un cigarro.
Cogí una taza y abrí la nevera. No había ningún brik de leche abierto, así que cogí uno nuevo del armario que había encima de la nevera y llené la taza. Mientras se calentaba en el microondas, cogí mi tabaco y empecé a liar el cigarro. El microondas timbró a la vez que yo hacía girar la piedra del mechero. Una vez acabé, recogí todo y fui a mi habitación.

Al subir de nuevo las escaleras reparé de nuevo en el cuadro de mi madre, otra vez torcido. Ya estaba cansado de colocarlo cada vez que pasaba por allí, así que lo descolgué. Al cogerlo mi mano notó algo de frío en la yema de los dedos, y reparé en su parte trasera. El cuadro había estado puesto en la nevera con imanes en nuestra antigua casa, y esos imanes seguían pegados en él.

"¿Por qué papá no le ha quitado los imanes que tenía cuando lo colgábamos en la nevera?" pensé.

Miré el hueco vacío que había dejado el cuadro en la pared y entonces se me ocurrió la idea. ¿Y si no se torcía? ¿Y si se veía atraído hacia algo en específico?

Bajé las escaleras y en la cocina quité uno de los imanes que había en la nevera. Volví a subir el tramo hacia el hueco del cuadro y pegué el imán en la pared. Para mi sorpresa, este no se cayó, sino que permaneció pegado en la pared.
Mi intuición me dijo que debía romper la pared, y que fuera lo que fuese lo que estaba ahí dentro, sería la respuesta para poder abrir la puerta.

Pero, ¿qué le diría a mi padre? "Oye papá, ¿puedo hacer un agujero en la pared?" Definitivamente no. Debía pensar alguna excusa o inventarme algo mañana.

Colgué de nuevo el cuadro y subí a mi habitación. Pero el insomnio se quedó conmigo toda la madrugada.
No podía hacer otra cosa que pensar en la pared, en que había ahí dentro, en si simplemente sería una tubería metálica y estaba sacando conclusiones demasiado precipitadas... Pero era una corazonada, mi corazonada, mi intuición, y mi intuición nunca me había fallado. Debía de haber algo ahí dentro, y fuera lo que fuese, encontraría la manera de sacarlo.

A la mañana siguiente, cuando se despertó mi padre, bajé a desayunar, me vestí y fui a dar una vuelta por el pueblo e intentar despejarme. A pesar de no haber dormido en toda la noche no tenía nada de sueño.

Me encontré a Bel cerca del bar, y tras contarle lo sucedido por la noche, me añadió al chat grupal que tenía con Eli, Mimi y Lisa, ya que el día anterior con lo ocurrido no se dió cuenta de hacerlo.
Bel escribió un mensaje por el grupo citando a todas en la plaza, y no tardaron más de diez minutos en aparecer las tres. Les conté lo del cuadro y empezaron a surgir ideas sobre cómo hacer un agujero en la pared.

Bel propuso raspar poco a poco la estructura hasta conseguir que ésta fuera lo suficientemente grande como para sacar lo que había dentro, pero ese sería un proceso demasiado largo así que descartamos la idea.
A Mimi se le ocurrió taladrar la pared. Imposible, demasiado ruido, además no sabríamos cómo repararlo después.
Eli pensó en romper la pared a martillazos. Idea denegada por la misma razón que la anterior.
Lisa dijo que podíamos probar a preguntar a mi padre, pero yo no quería involucrarlo porque sabía que iba simplemente a decir que no e ignorar lo sucedido.
A mí, a pesar de haber pasado la noche en vela, no se me había ocurrido nada.

Pasó un rato en el que solo se nos ocurrían ideas demasiado ruidosas o complicadas, hasta que apareció Álvaro.
Le contamos la situación y se le iluminaron los ojos.

- Mi idea es complicada y puede parecer incluso absurda, pero vamos a necesitar yeso, una redecilla, un secador, un taladro...
- Alto, alto, ¿has dicho taladro?- pregunté sabiendo la respuesta- Ni de coña, hace demasiado ruido, mi padre nos descubriría.
- Además, ¿cómo sabemos que no es la primera vez que haces algo así?
- Uno, tu padre no tiene por qué estar en casa cuando lo hagamos- respondió Álvaro-; y dos, he trabajado como albañil algunos veranos, se lo que me hago.
- ¿Hacer qué exactamente?- preguntó Eli.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora