un dia "normal"

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Estaba de lo más tranquilo durmiendo tratando de no pensar en nada, mi mente permanecia en blanco por que sabia que en cualquier momento tendria que levantarme de la comodidad de mi cama. Hasta que derrepente suena el despertador pegando un sobresalto.

- Carajo - refunfuñé mientras frotaba mis ojos y lanzaba un bostezo. Me reincorporé en la cama y decidí darme una ducha tórrida y relajante para poder despabilarme y empezar mi primer día sin Miguel, lo cual me resultaria bastante dificil.

Cuando terminé mi ducha, fui hacia el closet para poder secarme y ponerme mi outfit preferido el cual consistia en una remera de color rojo junto con una chaqueta de color azul y una bermuda gris con unos tenis del mismo color. Cuando terminé de cambiarme, bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina. Hasta que un golpe muy fuerte proveniente de la puerta me agarró de improviso. Exaltado, con intriga y un poco de miedo, decidí dirigirme hacia la puerta lentamente. Los golpes seguían sonando y parecía que querían entrar a la casa, así que en vez de abrir la puerta, miré por la mirilla...

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°varias horas antes°

Te amo - dije mientras mi auto se alejaba hacia el final de la calle.

A pesar de que todo habia terminado relativamente bien, no podia dejar de pensar en lo sucedido y que fui capaz de guardarle secretos a Hiro, la persona que amo, pero no podia decirle todos los problemas acumulados como para preocuparlo más.
luego de que desapareció su hermano hace menos de un mes faltaba que se entere que tengo que pagarles a unos tipos que quieren matar a mi familia por un problema de deudas, o que mi madre está enferma y que está en el peor hospital que puede haber en mi país a causa de la falta de plata. Por lo menos espero que pueda resolver la mitad de mis problemas asi volveria a casa con Hiro, pero hasta entonces tendré que estar en México.

por fin habia llegado al aeropuerto internacional de San Fransokyo.
Al entrar, miro las pantallas donde se anuncian las salidas de los aviones y noto que es muy tarde y que el avión casi sale. Así que salí corriendo lo más rápido que pude, esquivando a la gente. Pero en un momento no lo pude evitar y me choqué con una chica, haciendo que los dos cayéramos al piso. Con toda la vergüenza del mundo, ayudé a la chica a levantarse.

- Oye, ¿estás bien? ¿Estás apurado? - preguntó la misteriosa chica de cabello negro y pantalon cargo.
- L-lo siento, no te vi, no fue mi intención chocarte - titubeé algo apenado por la situación.
- No te preocupes, los accidentes suelen pasar - exclamó mostrando una sonrisa despreocupada. - Si quieres, podemos ir a tomar una malteada, te invito - sugirió la joven con un gesto amable.
- Me gustaría, pero mi vuelo sale en 2 minutos... - dije con incredulidad, hasta que vuelvo a ver las pantallas con asombro - ¿¡2 minutos!? Lo siento, me tengo que ir ahora - mencioné exaltado, sabiendo que no tenía tiempo para hablar.
- Oh, no importa, sé que en algún momento nos volveremos a ver, si diosito quiere - me choco el hombro con el suyo. - Debes irte, vas a perder el vuelo -. Fue lo ultimo que me dijo antes de despedirse y yo corriera hacia el ingreso del avion.

me ubique en mi asiento y descanse por haber corrido tanto relajandome un poco. Agarré mi teléfono para ver si mi Hiro habia mandado un mensaje o si había pasado algo, pero curiosamente mis notificaciones estaban vacias. Suponiendo que esta ocupado tome una larga siesta para que el tiempo pasara rapido.

Pasaron horas hasta que sentí cómo el avión había aterrizado, así que me despabilé un poco, agarré mis maletas y decendi del avión.

Por fin había llegado a México y sin perder el tiempo decidí emprender el rumbo a la casa de mi familia, lo malo es que tuve que ir caminando 16 kilometros a pie.

A lo lejos, divisé a mi padre ocupado reparando el cartel de la zapatería frente a nuestra casa. Sin embargo, al mirar al otro lado de la calle, noté la presencia de unos individuos de aspecto peculiar al final de la vereda. Sin titubear, decidí apurar el paso. Estos sujetos, al percatarse de mi presencia, comenzaron a avanzar hacia mí. Ante la inminente situación. Mi adrenalina se disparó, y sin previo aviso, me lancé en una carrera frenética. Al llegar a la puerta de casa, arrojé las maletas al suelo. Mi padre, alertado por la conmoción, descendió rápidamente la escalera que estaba reparando. Tomé su brazo, entramos precipitadamente y cerré la puerta con un portazo.

de regreso al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora