un tour conveniente

8 1 1
                                    

•••

- Señor, ¿se encuentra bien? - preguntó la azafata preocupada por mí. Estaba completamente sudado y temblando. No sabía qué hora era ni dónde estaba, hasta que comencé a recordar el sueño que tuve, si se le podía llamar sueño a eso.

El vuelo había acabado y bajé del avión con prisa. Necesitaba refrescarme la cara, ya que tenía demasiado calor y estaba un poco agitado. La gente me abrumaba y era demasiado para procesar; solo necesitaba que se quitaran de mi camino, y parecía que me lo hacían más difícil. Ya en el baño, mojé mis manos lanzando agua a mi cara hasta despabilarme completamente. ¿Acaso me veía diferente? ¿O solo necesitaba calmarme? Esos tipos que vi en mi sueño, siento que ya los había visto, pero tal vez estaba equivocado y mi mente me jugó una mala pasada.

bien, ya me encontraba en mexico, para ser mas especifico estaba en el aeropuerto internacional santa lucia. ¿y ahora que? no conosco ningun lugar, ninguna calle, no conocia a nadie y no tenia mucha plata...esto iba a ser mas dificil de lo que pensaba. tenia que empezar a buscar la forma de localizar a miguel, ¿pero como?

•••

Mis tíos ya no vivían en la casa de mi padre, mis abuelos hacía años que habían fallecido y mi madre no nos acompañaba. En la mesa solo estábamos mi padre, mi hermana y yo. Era triste pensar cómo en mi niñez la mesa era enorme y había ruido por todos lados, cada uno con su conversación, y era una casa llena de vida... y ahora.

- Mijo - alzó la voz mi padre, haciendo que salga de mi trance - ¿Sí, papá? - le pregunto desviando mi mirada hacia él - ¿Me pasas la sal, por favor?

- si, aqui tienes - le dejo la sal al dado del plato - estaba demasiado ido.

- ¿en que pensabas? - pregunto mi hermana.

trataba de acomodar mis pensamientos antes de decir algo coherente, mi mente estaba hecho un caos - pensaba en el pasado, en como me encantaba la musica. ahora ya ni toco la guitarra -

-no me digas que dejaste de tocar la guitarra, si amabas eso - mi padre no lo podia creer -de hecho, todavia conservo...- dijo antes de levantarse de la mesa.

Miré con incertidumbre a mi padre mientras se dirigía a un cuarto cerrado con llave, mientras mi hermana comía en silencio, aunque sonrió un poco; sabía lo que hacía mi padre. Fue grata mi sorpresa cuando regresó con algo abultado envuelto en una manta vieja. - Esto lo tengo desde que te fuiste de intercambio -, dijo. El objeto misterioso despertó en mí una pizca de nostalgia e intriga mientras mi padre me lo entregaba.

Estaba completamente envuelto, así que con cuidado fui revelando poco a poco un mango desgastado, unas clavijas ralladas y un rostro de calavera familiar que me hizo esbozar una sonrisa enorme. - Hola, vieja amiga -, susurré para luego revelar el resto de la brillante guitarra blanca.

•••

Parecía un laberinto de calles mientras caminaba. No podía pasar cinco minutos sin dar con tres calles nuevas, luego cuatro, después dos y finalmente un callejón vacío. Estaba perdido. Las personas allí no me inspiraban confianza; parecía que seguiría sin saber nada de Miguel, sin saber cómo salir de allí. Pero algo llamó mi atención por completo: una mujer bastante alta, con una melena rubia deslumbrante recogida por una vincha rosa fluor que hacía juego con sus lentes de sol en forma de corazón. Parecía ser alguien a quien conocía, aunque no estaba seguro, pero no perdía nada con intentarlo.

- Disculpa... -, interrumpí el andar de la chica. Ella se giró rápidamente con asombro en su mirada. - ¡No me lo creo! -, exclamó con alegría. - ¡No, no, no, no me lo puedo creer, Hiro! - Al decir mi nombre, mi alma volvió a mi cuerpo; era mi amiga Honey Lemon.

Tomó mi mano y empezó a hablarme de millones de cosas del lugar. Sabía que era mi primera vez allí, además de que no hablábamos desde hacía años y necesitaba ponerme al día de todo. Así pude conocer algunos lugares y su comida. A pesar de que conocía gran parte de las cosas por fotos y demás, era totalmente diferente verlas de frente, e hizo que me calmara un poco. Incluso disfruté pasar tiempo con ella. Me salvó de la incertidumbre.

- No sabía que habías venido con Miguel. Él me dijo que había venido solo. Me parece que me hizo una broma -, exclamó con ironía al final. Pero mi expresión cambió de inmediato. - Espera, ¿te cruzaste a Miguel?

Su cara de confusión se hizo presente mientras tomaba su batido multifruta. - ¿No están juntos? Entonces, ¿qué haces por aquí? - Traté de resumir lo mejor que pude lo que había pasado, tratando de contar lo suficientemente bien y no enredarla. - Por eso se veía tan apresurado cuando se fue a visitar a su padre -, me comentó pensativa, a lo que le pregunté, - ¿sabes dónde queda la casa?

Teniendo la dirección en un papel, me despedí de Honey Lemon con un abrazo agradeciéndole por entender la locura que estaba haciendo. Me dispuse a caminar por las calles, que ahora sabía cómo se llamaban, hasta llegar a la casa de los Rivera. Quién diría que llegaría tan lejos con un encuentro de amiga inesperada. Ahora, lo que tengo que enfocarme es en qué le voy a decir a Miguel cuando me vea aquí. Lo que puedo agradecer es que no ha pasado nada malo, por ahora. Esperemos que siga estando así.

de regreso al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora