me estas preocupando

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Era ya de día; lo noté con el canto de los pájaros y la luz del sol que resplandecía desde la ventana, una encantadora manera de iniciar la jornada. Hiro aún no se había despertado, así que decidí preparar el desayuno antes de dirigirme a México, ya que solo faltaban unas horas para mi vuelo.

- Voy a preparar tu desayuno favorito: pan tostado con mermelada de fresa y una taza de café -, murmuré mientras empezaba a preparar la comida.

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Recién desperté en un día hermoso, pero noté la ausencia de Miguel a mi lado. Pensé que había ido al baño o la cocina, así que no le di mucha importancia. Cambié mi pijama por ropa más cómoda y deje lo otro para lavar.

Me dirigía al baño para cepillarme los dientes cuando un sonido llamó mi atención, el celular de Miguel. Había recibido una notificación, pero no la leí inicialmente, no era de mi incumbencia. Sin embargo, al seguir llegando notificaciones, la curiosidad me ganó y fui a ver. Quedé helado al ver cientos de mensajes de un número desconocido, molesto por la demora en el pago y advirtiendo consecuencias al llegar a México.

Quería saber más, pero Miguel, nervioso y asustado, me descubrió con su celular. - Hiro, ¿qué haces con mi teléfono? - me preguntó, acercándose lentamente. Retrocedí. - ¿Qué son esos mensajes? ¿Quién es ese número y qué quiere? - exclamé, preocupado. Intentó calmar la situación, pero yo ya tenia la angustia de que pasaba algo malo.

- No es nada, de verdad. No te preocupes. Por favor, dame el teléfono - insistió. Intentó quitármelo, pero me aparté. Preocupado, le pregunté qué pasaba. Forcejeamos hasta que, al ser más fuerte, me quitó el celular. - No quería pelear, ¡nunca hagas esto de nuevo! - me advirtió seriamente completamente enfurecido, pero no pude contener las lágrimas y el cambio su expresion al verme sollozar.

- No quiero que te pase nada malo. ¿Quiénes son? - enuncie mientras Miguel, al verme llorar, me abrazaba. - Es un problema, no quería preocuparte, pero necesitaba ir a México por esto. Como te dije, estaré bien -;exclamó acariciándome la cabeza. Luego, al ver su reloj, me dijo que debía irse. -Te preparé el desayuno, está en la mesa- mencionó bajando las escaleras. Lo seguí para despedirme.

Salimos de casa, Miguel guardó su teléfono en el bolsillo y, antes de que me abrazara, lo sorprendí con un beso que pareció hacer desvanecer todo lo demás. - ¡Adiós y buen viaje! - dije mientras se alejaba hacia su auto. - Te amo - replico mientras se iba hacia el final de la calle.

de regreso al infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora