𝐀𝐧𝐲𝐰𝐚𝐲 │Oliver Wood

IX. Idiota

𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑶𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓:

- Vete a la mierda, Wood - Dijo en voz baja para luego alejarse hacia las mazmorras. Me quedé inmóvil con una mano encima de mi rostro llenando lentamente cristalizando mis ojos. Escuché las zapatillas de los gemelos Weasley alejándose mientras mis ojos seguían posados en la entrada a las escaleras.

- ¿Qué haces? - Escuché la voz de Mateo y luego sentí su mano sobre mi hombro - ¿Por qué no vas tras ella? ¡Tienes que explicarle lo que pasó! - Me giré mirándolo con el ceño fruncido y con una pequeña lagrima deslizándose por mi mejilla que sequé rápidamente.

- ¿Qué le tengo que explicar? ¿Que le mentí? ¿Qué le oculte lo que pasó con McBeck por miedo? ¿Eso debo explicarle, Mateo? - Se quedó quieto, mirándome mientras me enfurecía y explotaba - ¡Responde, Mateo! ¿Eso debo explicarle? ¿Que soy un cobarde? - Al darme cuenta que mi voz era demasiado alta respiré hondo y bajé mi mirada.

- Si... - Respondió - Explícale que te equivocaste, que eres un ser humano que comete errores, que no es perfecto y que darías la vida por volver el tiempo atrás - Lo miré y un segundo mas tarde no me resistí y lo abracé. Le agradezco al mundo mágico y a Merlín por tener un amigo así - Ahora debe estar en su sala común así que vamos a nuestra habitación pensemos en algo para que puedas arreglar las cosas, te ayudaré Oliver - Con una mano en mi hombro me encaminó hacia las escaleras para subir a nuestra sala común. 

Al entrar mis pocas lagrimas ya se habían secado sin embargo seguía con ánimos bajos. Cuando estaba por subir a la habitación, una mano sujetó mi muñeca y me hizo detenerme, al ver quien era suspiré revoleando los ojos.

- No tengo tiempo, McBeck - Dije soltándome de mi agarre.

- Perdón - Al escucharla me detuve, me giré para verla y en su cara vi culpabilidad, ahí lo entendí.

- Fuiste tú. Tú le dijiste - Me acerqué enojado.

- Lo lamento en serio, no fue mi intención, yo solo quería disculparme con ella y pensé que después de tanto tiempo ya se lo habías dicho - Me detuve en seco, ella no tenia la culpa de que yo le mienta a Adhara.

Suspiré fastidiado y subí las escaleras a mi habitación, no tenia ganas de discutir ni mucho menos de generar conflictos. Solo quería acostarme en mi cama y pensar en algo para recuperar a Adhara, estoy verdaderamente jodido.

- ¿Sabes qué? - Dijo Mateo cuando me acosté sobre mi cama al llegar a mi habitación, a lo cual elevé mi mirada para verlo - Mañana podemos escaparnos de los profesores e ir al campo para distraerte un poco - Lo pensé un momento, el miedo en Hogwarts había aumentado por los constantes ataques del heredero de Slytherin, sin embargo necesitaba desahogarme así que asentí y apoyé mi cabeza encima de la almohada. Respiré hondo una ultima vez antes de quedarme dormido.

Al otro día me levanté con algo de sueño pero era sábado y quería mantener mi mente despejada un rato. Desayuné junto a Mateo en el Gran Comedor y después de un rato nos escapamos del profesor Lockhart dirigiéndonos al campo de Quidditch.

Sacamos los artículos del vestuario y agarré un bate. Mientras que Mateo practicaría con la Quaffle en el aire, yo con el bate practicaría desde el suelo con una Bludger, que a pesar de no ser golpeador me venia bien para soltar furia.

Me posicioné y comencé a golpear, al estar bastante distanciado de Mateo la Bludger siempre volvía por más lejos que la enviara. Cada vez la golpeaba con mas fuerza haciendo un conteo regresivo para cada vuelta.

3... 2... 1... Soy un idiota.

3... 2... 1... No debí hacerle eso a Adhara.

3... 2... 1... Me merezco que la bludger me pegué directo en la cara.

3... 2... 1... PAAAAMMM.

Lo sentí, la bludger estalló contra mi hombro por no prestarle atención. Mateo la agarró y la guardó en la caja, seguido a eso corrió hacia mi y me miró en el suelo.

- Por la barba de Merlín, Wood ¿En qué estabas pensando para que te distraigas así? - Tocó con su dedo mi hombro pero se detuvo al escuchar mi grito por el dolor, creo que esta roto.

- ¿Es... necesario que te diga... en que estaba pensando? - Dije con dificultad, el dolor era agonizante.

- Quédate aquí, buscaré a la señorita Pomfrey - Salió corriendo hacia las afueras del campo dejándome tirado y sufriendo.