0.00

911 77 36
                                    

Era un veinticuatro de diciembre, un niño de once años yacía en el sofá frente a la chimenea mientras tarareaba una canción que se escuchaba en la pequeña radio de la sala de estar del segundo piso , ya se estaba aburriendo de esperar a los invitados, su padre adoptivo había encontrado a una nueva novia que de seguro y que posiblemente le duraría una semana así que no tenía porque ser cortés, hasta podría huir de casa en ese mismo instante hasta que se fuera, como si se tratara de un sensor para que no pudiera escapar, sonó el timbre de la casa, solo se limitó a suspirar y echarse en el sofá como lo había hecho anteriormente. 

—Osamu, ven a saludar a nuestros invitados—su padre se dirigió en dónde estaba su hijo para moverlo de allí, si bien sabía que Osamu le costaría mover un dedo de ese lugar, al menos debía intentarlo y generar una buena impresión. 

—Mori-san—lo nombró Osamu, a pesar de haber sido adoptado y que ahora ese señor era su padre, no se sentía cómodo llamarlo de esa manera, estuvo varios años huérfano que ya esa palabra le parecía lejana, incluso mantenía el apellido que le habían dado en el orfanato, Dazai —¿No puedo simplemente esperar hasta la cena y saludarlos allí? —Mori negó ante la respuesta.

—Osamu, no te cuesta nada ir a saludar, además trajo a su hijo que es solo meses mayor que tú, de seguro se llevan bien—intentaba convencerlo de alguna manera, pues quería causarle una buena impresión a su nueva pareja y así darles la noticia a ambos niños. 

—¡Que fastidio!—el pequeño estiró un brazo mientras bostezaba y tapaba su boca con su mano libre—Bien, lo haré, pero luego de esto no me pidas ningún favor en lo que resta de tu vida

—Siempre tan duro conmigo, bien, están en la sala de estar del primer piso, yo se que te agradarán—le dedicó una sonrisa sin mostrar sus dientes al menor. 

Dazai había bajado con esfuerzo las escaleras, aún tenía pereza y no le agradaba la idea de ir a saludar a la nueva pareja de Mori, al menos luego de eso no volvería a fastidiarlo y podría dormir tranquilo por el resto de sus días. Ya estando en la primera planta vio como su alrededor estaba más ordenado de lo normal, vio a una de las sirvientas pasar y la saludó como forma de respeto. 

—Tú, el de vendas—oyó a alguien hablar con un acento extraño y un japonés malísimo muy cerca de él, extrañado miró a su alrededor pero no vio nada—Veo que las momias no saben girar para ver quién les habla—ante eso Dazai se volteó viendo a un niño con los ojos en su rostro y una ushanka en su cabeza

—¡WAAAA EL ARO AHORA USA SOMBRERO Y APENAS HABLA JAPONÉS, AYUDA MORI-SAN !—puso una cara de sorpresa mientras que el adverso lo miraba como si de un vagabundo loco se tratara. 

él realmente está loco —dijo en ruso 

—AYUDA AHORA HABLA EN UN LENGUAJE EXTRAÑO ME VA A COMER—en eso apareció Mori algo aterrado por los gritos

—Osamu-kun, ¿por qué gritas tanto?—se dirigió al castaño  y notó que apuntaba al otro niño—Oh, es Fyodor Dostoyevski,  hijo de Maria*, no sabe muy bien japonés pero está aprendiendo. 

—Ya veo, pero no entendí como se llamaba, tampoco me interesa saber el verdadero nombre del aro, que por cierto es bastante feo—soltó Dazai, Fyodor pareció entender, puede que no sabía mucho de japonés pero tampoco era estúpido.

—Fyodor-kun perdona  a Osamu-kun, no es bueno relacionándose con la gente, cuándo lo conoces bien puede ser un chico bastante agradable—el castaño iba a decir algo pero una voz femenina lo interrumpió

—Veo que ya se están llevando bien—a diferencia de Fyodor, ella hablaba fluido el japonés y era bastante elegante y tenia un leve parecido a "el aro"—Me presento soy Maria Dostoievskaia, un gusto—estiró la mano esperando ser recibida por el menor

—Me llamo Dazai Osamu, un gusto conocerla señorita—Dazai le recibió la mano por cortesía.

—Eres adorable, Rintaro me ha hablado mucho de ti, ya quería conocer a su adorable niño en persona—la mujer se veía bastante amable, aunque Dazai sabia que era la última vez que la vería—Bien, vine acá porque una de las sirvientas ya tienen la cena lista, ¿que tal si seguimos conversando mientras comemos?—nadie se objetó, así que procedieron a avanzar al comedor.

Dazai solo se centró en comer, de vez en cuándo le dedicaba miradas burlescas al niño que se hacía llamar Fyodor, al menos era más divertido que escuchar a los adultos conversar. Cuándo la cena estaba por concluir los adultos dejaron de hablar para luego mirar a los menores con una sonrisa en sus caras, Osamu solo quería levantarse de su asiento, pero pareciera que el día no estaba a favor de él.

—Quiero que se queden un momento sentados y escuchen lo que le queremos decir—empezó Mori. 

—Estoy bastante feliz y algo nerviosa por lo que vamos a decir, pero se que ustedes se lo tomarán a bien, sobre todo Osamu que se ve que es niño bastante encantador—siguió Maria. 

—Para no alargar esto, les queremos informar que Maria y yo nos  vamos a casar, eso quiere decir que Fyodor y Osamu serán hermanos—esa última frase le cayó como balde de agua fria a Dazai, más no podía decir nada porque si hacía algo incorrecto le caería el castigo de su vida. 

—Es una buena noticia, espero que sean felices—habló Fyodor nuevamente con su japonés básico.

—Si, si, también me alegro, trataré de llevarme bien con el ar- Fyodor—habló de forma rápida para no cagarlas—sabía que desde allí su vida ya no sería ta tranquila. 

Pasaron los meses, Mori y Dostoievskaia se habían casado, mucha gente importante había sido invitada, hasta salieron en los medios, algo que le desagradaba a Dazai, pero un niño de once, casi doce años, no tenía tanto poder, peor era que debía enseñarle a Fyodor japonés, pero pareciera que sin Dazai aprendía mejor, ya que el recién nombrado le enseñaba mal a propósito.

 Fyodor se había ganado el corazón de la mayoría de los de la mansión, era bastante inteligente, casi como Dazai, porque a pesar de ser algo idiota, tenía sus encantos,  poco a poco su hermandad forzada se había vuelto una competencia, si el japonés sacaba noventa y ocho  puntos en un examen, el ruso llegaba con cien puntos, el castaño pintaba una pintura o resolvía los misterios de un libro, Fyodor llegaba con algo mejor, allí es cuándo una meta se había agregado a la vida de Dazai, tener más victorias que derrotas sobre su "hermano mayor". 


* Maria Fiodorovna Dostoievskaia fue la madre de Fyodor en la vida real. 


guerra fría | soukoku/fyoya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora