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Capitulo corto


El pequeño Osamu estaba sentado en las bancas del patio de su orfanato, ningún niño quería acercarse a él debido a lo problemático que era, además de que las hermanas tendían a maltratar su diminuto cuerpo, se veía fatal, era triste y terrorífico  incluso acercarse un poco a él, para matar el aburrimiento tendía a leer, ese día estaba leyendo indigno de ser humano, de uno de sus autores favoritos Osamu Dazai. 

—¿Por qué no juegas con alguien? —un niño se acercó a él con un balón en sus manos, su cara se veía borrosa, no lograba captar quién era. 

—Deberías irte, si te ven conmigo de seguro no querrán acercarte a ti—volvió a fijar la vista en su libro, el otro niño sin más se lo arrebató.

—¡No me importa! 

—Haz lo que quieras, solo devuélveme mi libro—estiró su brazo para que se lo entregara

—¡Dime tu nombre! luego de que me lo digas te lo devuelvo. 

—¿Cómo pretendes que te diga mi nombre si no tengo uno propio?—preguntó molesto

—¿A que te refieres? 

—En este orfanato se dan los nombres entre los niños, no hay modo que yo tenga uno. 

—¿En serio?  ¡no quiero que otro niño me ponga otro nombre!

—Pues te lo quedas, ahora dame mi libro—a esas alturas ya estaba fastidiado y molesto.

—¿Dazai Osamu?, al parecer el autor del libro se llama así.

—¿Y eso que? no te lo voy a prestar y se me hace increíble que sepas leer 

—¡Cállate la hermana me enseñó a leer! de acuerdo, te llamarás Dazai Osamu y también serás mi amigo, mi nombre es...

Y finalmente Dazai despertó, siempre era el mismo sueño cuándo tenía un mal día, este no era la excepción, la noche anterior había sido pesada, entre huir de Fyodor, esperar a que vengan por él y al llegar darse cuenta que el ruso se había traído al pelirrojo porque no sabía dónde vivía, solo logró contestar una llamada por Chuuya y decir que se quedara  esa noche allí. 

—Mierda, no sé porque eso me molesta tanto—miró hacia su ventana, y aún era de noche, no quiso ver la hora, así que se limito a tapar sus ojos con uno de sus brazos para soltar una risa—Fyodor, ¿por qué carajos siempre estás a dónde voy? —se quedó quieto por un buen rato cayendo dormido. 

Los pesados parpados del cobrizo poco a poco fueron abriéndose, no obstante , aún no lograba ver nada debido a la luz solar, luego recordó los acontecimientos de anoche, por lo que se levantó de golpe quedando sentado sobre la cama, mientras su respiración se mantenía agitada observó a su alrededor, el terror inundó su ser al darse cuenta que no estaba en su habitación, obviamente que no lo era, podría decirse que eran cien veces más lujosa y tenía casi el tamaño de su casa, solo esperaba que alguien extraño lo hubiera llevado hacía un lugar desconocido para abusar de él, un escalofrío recorrió su espina dorsal con tan solo pensar en eso, inmediatamente recordó a Fyodor, tenía la esperanza de que el azabache lo hubiera traído hasta su mansión, si bien no lo conocía del todo, algo le decía que confiaba en él, y por más que odiara la idea, también prefería estar cerca del chico de vendas, esperaba no equivocarse en ello, no quería salir en el cartel de personas desaparecidas o morir también, ese pensamiento lo volvió a llenar de melancolía, no estaba triste de su muerte ni tampoco feliz de lo sucedido, no obstante la culpa que cargaba sobre él era tremenda, ¿por qué simplemente no llamó a la enfermera cuándo escuchaba poco a poco que la presión de su padre disminuía? ¿será que se habrá rendido ante la situación que estaba pasando y no quería que sufriera más? aunque también estaba la mayor interrogante, ¿por qué el se rindió con su vida llevando la vida que llevaba? todas esas incógnitas le causaban cierta ansiedad al no ser respondidas.

guerra fría | soukoku/fyoya. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora