Capitulo dos: Un tontito y otro más tontito

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- Presentate, Rubén, anda - pide su madre, y fue cuando Rubén volvió a la realidad, ¿Acaso precensiaba algún Dios griego?, entonces no se dio cuenta que el ojimorado estaba frente a el, esperando.

- Rubun - habla, el chico frente a el enarca una ceja, el peliblanco siente que quiere vomitar. - Perdón, soy Rabos - ¿¡Rabos?! En serio, Samuel le ofreció una sonrisa, el menor sintio derretirse ahí mismo. - Rubén, soy Rubén - responde finalmente, soltó un suspiro de alivió. Y el contrario estrecha su mano con la del peliblanco.

- Soy Samuel, un placer conocerte, Rubén - dice, pero el peliblanco sigue embelesado de lo suave que es el tacto del mayor. ¿Por qué se estaba portando así? - ¿Rubén?

- ¿Si? - pero cae en cuenta que sus manos siguen aferradas y sus mejillas habían tomado una tonalidad roja, entonces deshace el tacto, ¿Porque las separa si sólo quería mantenerlas juntas? - Perdón.

Sus padres los miraban como si fueran lo más raro del mundo, pero eso al peliblanco no le preocupaba ahora. Sentía pequeños cosquilleos en su estómago, ¿Estaba enfermo?, ¿Porqué está pensando en los suaves que serían los labios del mayor~ Vale, está enfermo.

- Tu hijo es muy apuesto, y educado. - halaga la mujer, el dueño de la tienda se encoge de hombros, Samuel sólo fuerza una sonrisa como respuesta. - Tiene un gran padre, eh.

- Muchas gracias, he de decir, que criar a un hijo sólo, es una coñada, pero logramos avanzar igual. - comenta, su tono va bajando mientras habla, la castaña pudo asentir, porque lo entiende. Crío a Rubén ella sola, y si, era una coñada. - Pero tu hijo parece ser tímido y reservado, eso es bueno.

El peliblanco, no sonríe, lo intenta, pero sólo pudo recrear una mueca, ver a su madre coquetear con un tío, no le molaba nada. - Ya... lo quiero mucho. - responde la mujer, era de esperarse que no tenga nada más que decir.

- Y bien, ¿Qué le apetece compar? - inquiere, era evidente que no sólo venía a comprar y la contraria lo acompaña hasta el mostrador, dejando atrás a Rubén, con... Samuel, a solas, los dos, y el peliblanco siente nuevamente las ganas de vomitar.

Y aunque, quiera entablar una conversación, uno de sus defectos es; no poder comenzar, y es peor cuando se siente nervioso, ¿Y ahora que iba hac~

- ¿También lo notaste? - habla el ojimorado a su lado, Rubén voltea, confundo y sorprendido. - La cercanía de... ellos - señala con uno de sus dedos, a sus padres, que charlan, con una sonrisa pintada en sus rostros.

- Ci ci ci, lo note - responde, demasiado nerviosos como para decir algo coherente, pero Samuel lo mira por unos segundos y habla.

- Eres muy divertido. - halaga, el peliblanco quiso escucharlo decir eso mil veces más. - Y es tierno como te sonrojas con todo. - ¿Está sonrojado? es sólo un adolecente, no estaba preparado, para que su corazón latiera demasiado rápido.

- ¿Pero qué dices, macho? - toma el valor y lo mira a la cara, se encuentra con la sonrisa de Samuel frente a el. - Comparado a lo tierno que eres, me quedo abajo... ah, no, espera, ¡Fuck! - se corrige, debe estar quedando como un parguela. - En plan, me gusta tu sonrisa, sí, pero también eres muy masculino, ya sabes~

Se calla cuando escucha, su sonido favorito en la tierra, la risa de el ojimorado resuena en todo el local. - Gracias... - furfulla, con el poco aire que le queda, eso... eso estaba bien, a Rubén le agradó escucharle. Y de nuevo, la misma sencacion en su estómago, ¿Está tan enfermo?

Me Gustas ᯽ - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora