Me Gustas ᯽ - Rubegetta

Capitulo tres: Aclaraciones ilógicas

Camina por la vacía acera, el pacífico silencio lo sacó del estrés que llevaba encima, los exámenes finales son el viernes y- no sabe nada.

Ahora sólo caminaba hasta su trabajo de medio tiempo, donde Samuel lo espera para su turno.

Samuel...

Ya había aclarado sus sentimientos, no eran más que simple admiración, antes era muy joven para sentir, otra cosa, ya tenía diecisiete, y le molaban las tías, sí, las mujeres...

***

Desde que se montaron en el auto, después de haber salido de la tienda, un profundo silencio los invadió, su madre miraba la hora que marcaba el auto, como si fuera lo más interesante, y Rubén... el tenía muchas preguntas, pero no sabía por donde empezar.

- ¿Por eso quieres ir a comprar más a menudo? - inquiere, no tiene el valor para mirarla, la mujer se mantiene callada. - ¿Te mola ese hombre, en verdad?

Y la castaña antes de responder, toma una bocanada de aire y lo vuelve a soltar. - Ci.

De nuevo el ambiente se siente pesado y ninguno de los dos quieren decir una palabra, esperando a que los problemas se resuelvan solo con el silencio, pero Rubén tenía una duda.

- ¿Como... - se estaba arrepintiendo. - ¿Cómo sabe uno si está enamorado? - suelta, su madre lo mira sorprendida, no era algo que ella esperaba.

***

Miro la tienda a lo lejos y aminoro el paso, el chico se aferró a las correas de su mochila y todos los nervios se desinflan en su pecho. ¿Porque está tan nervioso?

Su madre lo había metido a ese trabajo, para pasar más tiempo con el padre de Samuel, pero... aún se trababa cuando hablaba con el ojimorado, aún le sudaban las manos cuando lo sentía cerca y su corazón no dejaba de latir, pero, su cabeza no deja de repetir que; le encantaría ver la sonrisa de Samuel.

***

- Estar enamorado, es querer ser dueño de una parte de esa persona. - explica, el adolescente parece estar concentrado en cada palabra que diga la mujer. - Es la creencia de que esta persona es tan maravillosa que quieres que él o ella sea parte de tu vida, - la castaña, por fin, lo mira a los ojos. - Una parte de ti.

El peliblanco, ya no sabe que pensar, todo él, es un lío. - Pero eres muy joven, para pensar en eso, Rubén. Vamos a casa. - vuelve a hablar la mujer.

***

Pero... ya no era tan joven, ¿No?