Capitulo cuatro: Dos almas brillando entre si

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Rubén sabía que su mayor enemigo, eran sus pensamientos y sin siquera darse cuenta, había llegado a la entrada de la tienda.

¿Qué lo hizo saber? Pues, pudo sentir un peso sobre su cabeza, demasiado fuerte, que no lo vio venir, y... era una fruta, una manzana y pequeñas hojas le habían caído encima, desde un árbol, increíble.

Cuando pisa la entrada del local, lo primero que ve, es a Samuel acomodando algunos productos, y nota su presencia, cuando Rubén garraspea un poco con la garganta.

- De Luque. - habla, alargando el tono que usa, desde que descubrió el apellido del mayor, no dejó de fantasíar con el. Samuel sonríe al notarlo, inconsciente de que el menor todavía era débil a esa sonrisa, su única opción era devolverle el gesto.

- Doblas... ¿Qué son estas horas, tontito? - pregunta, el contrario se encoge de hombros, se sentía cómodo, con saber la confianza que habían formado entre sí, en todo ese tiempo.

- ¿Pero que dices, Samu? Si me he salido del Instituto desde temprano. - se excusa, caminado en dirección a un cuarto, donde está su uniforme de trabajo. Y el ojimorado bufa, antes de hablar.

- Ya... - responde, no tan convencido del tono que usa el menor. - Y dime, por cierto, ¿Qué tal todo con las clases? - inquiere, dejando cajas vacías, por algún sitio del cuarto. Rubén amarra los lazos del delantal, y suspira.

- Pues de puta madre, todo. - miente, la verdad, la estaba pasando como una patada en el culo, pero escuchar los regaños de Samuel, por soltar tacos, le hizo sonreír. - ¿Y tu, De Luque? Eres el estudiante estrella, ¿No?

- Eso no es nada bueno, tú. Me siento más presionado, porque se que todos vosotros esperáis más de mi, ¿sabes? - responde, y el ojimorado mira como Rubén sale del pequeño cuarto, y le dedica otra sonrisa. - Pero como es la etapa de los exámenes finales, es entendible.

- True. - afirma, tomando otra caja, con productos y después voltear, para encontrarse con el ojimorado a su lado. La verdad, estaba sorprendido, de la fluidez con la que estaban hablando, pero tenerlo así de cerca, hacían que los colores se suban a sus mejillas y sus manos sudaran.

También se puso nervioso, porque el mayor no apartaba la mirada de el desde hace un tiempo. Espera... ¿Qué?

Ladeo la cabeza, confundido, nervioso y con ganas de correr a su pieza y taparse con una cobija, cuando observa que el ojimorado se acerca a pasos lentos hacia el.

'Vale, soy heterosexual'

Samuel da un paso más, el peliblanco siente que no respira.

'Soy heteroxeual'

Ya están cara a cara, sólo un paso, y podía ver los ojos morados, que no sabía, que si lo mirabas más de cerca eran tan hipnotizantes que~

'O Tal vez, no lo sea'

- Tienes una hoja en el cabello... - las esperanzas del peliblanco se quebraron, de pronto mira como el mayor saca una hoja de su cabello, era tonto no admitir que estaba decepcionado. - ¿A caso, trepaste un árbol, cabezón? - Rubén seguramente no volvería a comer una manzana. Cubrió su cara con ambas manos.

- Ci. Era muy alto. - vale, ahora su amigo estaba realemnte sorprendido, el peliblanco sólo quería que la tierra se lo tragase. - Ostia puta, no, no trepe un puto árbol. - se corrige, alzando la vista hasta el ojimorado, quien lo mira, ocultando una risita.

- Eh, tú, tontito, cuida ese vocabulario. - regaña, y el peliblanco sonríe.

- ¿Qué dices? Joder ostia, no escuché bien. - y el menor se suelta a carcajadas cuando ve la expresión sería del ojimorado, que también carcajeo tiempo después. - Perdón, eh. Que estoy bien puto imbécil, ¿Puedes repetirlo?

- Es que, como un niño pequeño... - se queja, ahora es Rubén que lo mira con seriedad.

Y de pronto ese local frío, se llenó de carcajadas y sonrisas, por partes de ambos, uno muy nervioso, que lo ocultaba sonriendo, pero ambos actuando como niños pequeños.

Las personas que los veían, podrían decir que brillaban juntos.

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