Nayla.
Observo hacia ambos lados de la calle pero no veo ni un alma por todo el lugar. Mi atención va al paquete que tengo a mis pies, similar al que vengo recibiendo cada mañana desde hace un mes: está vez es un ramo de rosas rojas con una tarjeta. Me giro y entro en la casa leyendo la frase mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro.
Te voy a esperar y seré muy paciente, porque todo de ti me fascina, y a pesar de no tenerte a mi lado, se que serás mía.
Frunjo el entrecejo. <<Ugh>>. No me gustan los hombres posesivos, ya he pasado por esas relaciones y no sale nada bueno de ahí. Dejo la postal en el cajón junto a las anteriores y pongo las flores en agua fresca.
Me olvido de eso y voy directo a alimentar a mi gata, Linda. Cuando mi bebé peluda ya tiene su comida me voy al baño, pero aún debajo del chorro de la ducha me es imposible dejar de pensar en mi admirador secreto.
¿Quién será? Podría ser Félix, el florista. Es un hombre pequeño, calvo y con una panza cervecera. En una ocasión me habló sobre sus intenciones, pero no me veo teniendo sexo con él por un par de pavos ¡Qué asco! Diariamente tengo que soportar sus miradas lascivas y sus comentarios subidos de tono. Saco esas imágenes de mi mente, no las necesito ¿Será Kevin, el doctor? Es alto, delgado y bien parecido, pero debido a su profesión no tiene mucho tiempo libre. Cada vez que lo veo solo habla de enfermedades y tratamientos. Pongo los ojos en blanco ¡No por Dios! Mi próxima sospecha es Scot, el mecánico, hombre trabajador y rudo, pero gentil. Con él podría llegar a algo si no fuera por Denver, mi amor de toda la vida. Daría todo el dinero que tengo ahorrado, mi casa, mi Mercedes, Azura, y hasta mi gata con tal de que las flores y frases fuesen suyas.
Desde que lo vi por primera vez en la secundaria recibí el flechazo de Cupido. Supe que él era mi media naranja y que mi destino estaba a su lado, aunque la flecha sólo fue para mí porque el nunca reparó en mi persona; al pequeño ser alado se le olvidó enamorarlo. Desde ese día le rezo a Dios, Alá, Ra, Krishna, Buda, creo que hasta al mismísimo Satanás para que Denver se percate de mí y me invite a salir. Pero no ha surtido efecto alguno, ningún ser sobrenatural ha acudido a mis súplicas en estos diez años de plegarias. Es enfermizo, lo sé. Tendré que superarlo en algún momento, será difícil pero lo lograré.
Termino mi ducha con este pensamiento, me visto con lo que escogí la noche anterior: jeans ajustados, una blusa blanca de tiras cruzadas en el pecho, una chaqueta color rosa palo y unas sandalias a juego, y una vez lista tomo mi bolso y sacó mis llaves mientras me dirijo al garaje en donde se encuentra Azura. No me juzguen por nombrar a mi auto, es una parte importante de mí. Me siento en él, enciendo el motor y su ronroneo me hace sonreír satisfecha.
—Hola bebé. —Acaricio el volante y luego deposito un beso en él.
Me dirijo a la empresa en la que trabajo de diseñadora gráfica mientras tarareo Physical de Dua Lipa. Una vez llego al edificio aparco el Mercedes y me voy a mi oficina en la octava planta. Al llegar a mi cubículo diviso encima de mi escritorio varias carpetas, así que me pongo manos a la obra lo antes posible. Cuatro horas después estoy exhausta y con hambre, por lo que me voy a la cafetería en donde me esperan Lara, Dave y Joe. Los dos primeros son mis mejores amigos y al último lo conocí cuando comencé a trabajar aquí.
—Hola guapa. —Saluda mi amiga una vez estoy cerca de la mesa.
—Hola. —Le sonrío.
—¿No nos saludas a nosotros? —Protesta Joe con un fingido ceño fruncido. Deposito un beso en la mejilla de cada uno.
—¿Contentos? —Me divierte estar con mis amigos.
—Bastante —responde mi mejor amigo con una sonrisa tan brillante como él.
—Denver a tus tres en punto —avisa Lara entre dientes. Miro disimuladamente en la dirección que me apunta y ahí está él, mi media naranja. Espera, ¿está caminando hacia mí?
—Ese tipo no me cae bien —susurra Dave, ganándose un coscorrón en la cabeza de mi parte—. Auch.
—Opino lo mismo. —Lo secunda Joe, al cual le doy una mirada asesina.
Me observo, aliso mi ropa y pregunto en un murmullo para todos.
—¿Cómo me veo?
—Preciosa —responden al unísono.
Sonrió e intento parecer lo más casual posible, pero los nervios me están matando.
—Buenas tardes Nayla. —Su sonrisa me deslumbra ¡Es tan bello! Sus ojos son tan oscuros que hipnotizan. Sus l... Siento una pequeña punzada en mi muslo y es cuando comprendo: me quedé embobada y aún no respondo, necesito dejar de hacer esto en situaciones así, gracias por el pellizco Lara. Aclaro mi garganta para no tartamudear.
—Buenas tardes. —Me es casi imposible no devolverle la sonrisa.
—¿Podemos hablar un momento en privado? —Miro de reojo a mis amigos. Dave y Joe tienen mala cara y Lara sonríe de forma pícara.
—Claro. —Me guía hasta una esquina en la cual el ruido del lugar es menor.
—Estás hermosa hoy. —Su elogio logra ruborizarme.
—Gracias —respondo, para mí sorpresa, con bastante claridad.
—Quiero saber si te gustaría salir conmigo este fin de semana. —Su petición logra dejarme sin aliento. Mis piernas se vuelven gelatina y puedo jurar que mi corazón dejó de latir por un segundo— ¿Te encuentras bien? —¿Tan evidente es lo que me causó?
—Sí, sí. Estoy de maravilla. —Logro reponerme.
—¿Y?
—Acepto. —Sonríe ampliamente y tengo que devolverle la sonrisa ¡Dios!
—Pues te pasó a recoger este sábado a las tres de la tarde. —Asiento. Ya no tengo ni voz ¡Voy a tener una cita con el amor de mi vida! ¿A cuál Santo debo hacerle el altar? ¡Por fin!
Lo veo alejarse por el corredor mientras realizo una fiesta en mi interior ¡Tendré una cita con mi media naranja!
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Aquí les dejo esta historia que estoy haciendo con mucho amor. Espero que la disfruten y me cuenten acerca de sus teorías de quién es el admirador secreto.
Besote y Apapacho para tod@s.
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El precio de tenerte
De TodoA los ojos de Aeneas los humanos son criaturas fantásticas a la vez que enigmáticas, tan crueles como amables en ocasiones, con costumbres, tradiciones y personalidades tan variadas y exquisitas; sin dudas las creación más bella a su entender. Pero...