Nayla
Me observo una vez más frente al espejo, me gusta lo que veo: un vestido floreado en blanco y amarillo bastante sencillo, unas sandalias a juego y un pequeño bolso con lo imprescindible. Después de retocarme un poco el maquillaje y acomodar mis rizos me dirijo a la cocina en busca de mis lentes de contacto, soy miope por lo que tengo que usar gafas, pero me da algo de vergüenza así que prefiero usar lentillas de contacto. Casi nadie sabe de esto, sólo mis mejores amigos y familia. Las encuentro en su estuche encima de un estante y sin demora me las pongo. No puedo evitar fijarme en las nuevas flores que puse en agua fresca en cuanto las recibí esta mañana. ¿Quién será el remitente?
El claxon de un auto me saca de mis pensamientos. Voy corriendo a mirar por una de las ventanas justo a tiempo para ver a Denver bajarse de su Audi. Luce un pantalón negro, un pulóver blanco holgado por dentro y un par de tenis grises. Viene directo a la puerta por lo que me aparto del vano a toda velocidad, acomodo mi ropa y cabello y espero a que toque.
—Buenas tardes —lo saludo con mi mejor sonrisa en cuanto abro.
—Estás hermosa. —Su cumplido logra ponerme nerviosa y siento un ligero rubor instalado en mis mejillas.
—Gracias —respondo apenada.
—¿Lista?
—Sí. —Saco las llaves del bolso y aseguro la casa—. Ya nos podemos ir.
Nos sentamos en el auto y, luego de encenderlo, salimos con destino a no sé dónde.
Después de trabajar toda la semana el sábado llegó a paso de tortuga, nunca se me había hecho tan eterna una espera.
Lara estaba más emocionada que yo, desde el lunes en la tarde me había ayudado a escoger el outfit que usaría hoy. No puedo decir lo mismo sobre Dave y Joe, no estaban de acuerdo con que saliera con Denver, decían que no les daba buenas espina, pero sé que sólo estaban celosos.
Contemplo a mi acompañante por el rabillo del ojo, me da vergüenza mirarlo directamente. Estoy nerviosa al punto de que las manos me sudan y me siento algo incómoda por el silencio que hay. Observo por la ventana mientras intento calmarme ¿A dónde me llevará? ¿Será a un restaurante? ¿O quizás sea una cafetería? ¿Estará incómodo igual que yo? <<Claro que no estúpida, él ha sido tu crush de toda la vida, él justo se acaba de fijar en ti>>.
—Llegamos. —Su aviso me saca de mis pensamientos dejándome algo atontada. Lo veo bajarse, rodear el coche y abrirme la puerta.
—Madame. —Me extiende su mano para ayudarme a bajar y la tomo.
<<Morí de amor>>.
Lo primero que capta mi atención es un árbol de cerezo a mi izquierda en pleno florecimiento. Cuando observo el resto me percato que estamos en un parque lleno de familias divirtiéndose: árboles frondosos alrededor ofreciendo sombra, flores silvestres adornando el paraje, una suave brisa refrescando la tarde y diversos grupos de personas disfrutando sobre el pasto.
—¿Te gusta?
—Sí. —Cuando lo miro veo que trae una cesta de picnic y una manta— ¿Te ayudo?
—No es necesario. —Me regala una de sus sonrisas que provocan que mi alma abandone mi cuerpo por fracciones de segundo—. Vamos.
Echamos a andar por un sendero alejándonos un poco de las personas y del bullicio. Nos detenemos en un pequeño claro y extendemos la manta en el suelo para luego organizar las cosas de la canasta.
—Te traje un regalo —menciona en cuanto nos sentamos. Me toma por sorpresa, no esperaba eso.
—No es mi cumpleaños, no es necesario.
—Quise hacerlo, espero que no te moleste. —Mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca un hermoso brazalete dorado con detalles de pequeñas piedras en verde—. Extiende la mano. —Hago lo que me pide y dejo que me coloque la pulsera—. Te queda hermosa. —Le regalo una sonrisa mientras que en mi interior hago una fiesta con bombos y platillos. Se han alineado los planetas y por fin se me cumplen mis deseos.
—Muchas gracias. —Hago una nota mental de devolverle el favor, y ya sé que le compraré.
—No hay de que. —Una flor cae sobre sus piernas, es rosa pálido y bastante bonita. La toma entre sus manos y la mira durante unos segundos para luego colocarla detrás de mi oreja mientras me mira directo a los ojos. La deja ahí y con los dedos comienza a acariciar la línea de mi mandíbula y mi mentón hasta parar cerca de mis labios.
Yo estaba perdida en su mirada y en sus ojos oscuros. Me encanta todo de él, su físico, su personalidad, todo.
—Me gustaría ver esa luz en tu mirada todos los días.
<<¡Qué hombre!>>
—Cuando quieras —respondo aún embobada. Una sonrisa divertida se dibuja en su rostro y es cuando me percato de lo que dije—. Yo no quise… Es decir tú… —Me paso las manos por el rostro frustrada, se me salió sin querer. Lo veo reír a carcajadas provocando que yo también ría y logre relajarme.
—Eres tierna —dice y me pellizca la mejilla.
—No lo soy. —Lo miro con los ojos entrecerrados.
El resto de la tarde transcurre entre conversiones divertidas y momentos, a mi parecer, bastante bonitos. Cerca de las séis me lleva hacia el mirador de la ciudad, en donde observamos el atardecer. A las siete ya estaba de regreso en mi casa y más que feliz. Nos despedimos luego de que me hizo prometerle que tendríamos una segunda cita, no tuvo que insistir mucho obviamente, yo flotaba en una nube.
<<Esto parecía un sueño>>.
Miré hacia arriba y pronuncié en un susurro: <<Gracias por esto ser sobrenatural que cumplió mi deseo>>.
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¿Qué opinan hasta ahora? ¿Les gusta?
Besote y Apapacho.
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El precio de tenerte
De TodoA los ojos de Aeneas los humanos son criaturas fantásticas a la vez que enigmáticas, tan crueles como amables en ocasiones, con costumbres, tradiciones y personalidades tan variadas y exquisitas; sin dudas las creación más bella a su entender. Pero...