Acto Tercero: Mortificación

114 16 4
                                    

Mortificación

Edalyn observaba el atardecer desde lo alto de la Casa Búho, estaba apoyada con suavidad en el marco de la ventana principal, su semblante serio y sus lánguidos miembros tan desenfadada y estéticamente acomodados, le daban el aspecto de esas chicas enamoradas de los cuentos que tanto aborrecía.

El arco de sus cejas se replegó hacia adentro, algo en el aire no le gustaba, un oscuro sentido, quizá innato, quizá fruto de la maldición, la hacia presentir algo inminente y terrible.

Sus quijadas emitieron un tronido al apretarse entre si con enojo contenido.

- ¿Dónde relámpagos está esa niña? - resopló con hastío.

- Ve a encontrarla, seguro sigue con sus Guz y Willow estudiando o practicando y no se da cuenta de lo tarde que es. - dijo King concentrado dibujando.

Eda volteó a ver al pequeño incrédula.

- Debe ser peor de lo que creo si hasta tu das buenos consejos.

- No es consejo, es escenario probable. Fui escritor, te acuerdas?

Pero Eda ya había salido volando sobre el báculo directo a Hexside, no le gustaba que Luz fuera tan descuidada con el horario, no estaba en su mundo para aquella actitud tan relajada.

Cada escenario se le pintaba peor a Eda, con su pequeña siendo devorada o secuestrada.

- Estás loca, Eda, esa pequeña nos ha salvado el pellejo varias veces. - pensó disminuyendo el paso de su vuelo.

Fue entonces cuando escuchó las risitas.

Eda ubicó de inmediato las risas en el viejo olmo en el cruce de su casa, Hexside y...

- Oh, Titán, no...

La Mansión Blight.

******

Luz y Amity se habían ido de Hexside no sin antes ser acribilladas con todo tipo de comentarios, felicitaciones y saludos.

Todos recordaban a las Reinas del Grom y era justamente aquello por lo que muchos habían esperado se formalizase.

- Oigan, supongo que ahora volverán sólo ustedes dos juntas a casa... - dijo Guz rascándose la nuca un poco ruborizado.

Willow le dio un golpecito con el codo a modo de amonestación.

- Guz... Claramente seguiremos siendo amigos y viniendo a clases juntos, solo que a partir de ahora, les daremos más espacio cuando lo necesiten.

Luz y Amity reaccionaron de modo distinto aunque a su modo, parecido. Amity se ruborizó hasta lo blanco de los ojos mientras se frotaba sonriendo el brazo.

Luz, por su parte, solo rio nerviosamente mientras se rascaba la nuca.

Y ese día habían optado por la soledad. Luz llevó a su amada hasta el sitio que, a su modo, a partir de ahora, serviría como el centro de su amor, el olmo en el cruce de camino.

- ¿Tan rápido? - preguntó Amity un poco decepcionada.

- No... Aquí... Es donde tu... - Luz se ruborizó y comenzó a acariciar los pabellones de sus orejas.

Amity sonrió con ternura recordando la última vez que estuvieron frente a ese olmo, cuando, a su manera, le había confesado a Luz sin palabras, cuánto la quería.

La pelimenta se acercó a la morena abrazándola con suavidad y comenzando a pasar y repasar sus estéticos y ambos dedos en aquellos apéndices tan diferentes de los suyos. Luz se dejó hacer durante largo rato, saboreando las caricias y el tacto cremoso y fresco de su chica en su piel, ahora los dedos de la chica le delineaban las mejillas, la latina cerró sus ojos esperando que Amity le siguiera el hilo.

Miseria, Cuando El Amor Nos AlcanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora