CONEXIÓN ©

29. ¿VANESSA?

Me pongo unas botas negras, un pantalón de cuero negro, jersey de cuello vuelto negro y una cazadora de cuero negra. Todo negro. ¿Por qué? Porque pienso ir a por mis padres, cueste lo que cueste. Dereck está en la terraza del salón haciendo no sé qué. Tampoco me importa. Lo único que quiero es que mis padres vuelvan a casa sanos y salvos. Busco en la habitación de mi padre el arma que tiene escondida en uno de los cajones. Cogeré otra, por si acaso. Recargo las dos armas y bajo las escaleras con sumo sigilo.

Al llegar abajo miro hacia dónde está Dereck, de espaldas al interior de la casa con Zeus entre sus piernas. Ese perro loco...

Parece que no me verá. Ahora, ¿cómo me subo en el ascensor sin que se de cuenta? Podría tirar algo al suelo hacia un lado mientras llamo al ascensor para que pueda subir sin que me vea y éste pendiente de lo que...

- ¿A dónde te crees que vas?

Mierda.

- A dar una vuelta.

- ¿A estas horas?

- Sí.

- ¿Tú sola?

- ¿Qué pasa? ¿Ahora eres mi guardaespaldas?

- Tu madre me dijo que te protegiera y Evan ya no trabaja para tu padre. Así que... sí.

- Que te den. Voy a buscarlos.

- No irás.

- ¿Ah no?

- No.

- ¿Y quién me lo impedirá? ¿Tú?

- Exacto.

- Sí, claro. ¿Y cuántos más?

- ¿Quieres que les llame o prefieres lidiar solo conmigo?

- Se acabó. Me... - veo a Zeus salir de detrás de Dereck. El animal me mira desde abajo para acercarse lentamente a mí y frotarse contra mi pierna. Después se encuentra donde hace un momento estaba con Dereck en la terraza. Le miro desde arriba y me agacho un poco para acariciar su pelusa cabeza y se empieza a revolver en el suelo mientras le acaricio y me rio.

- No lo dejes sin dueña. Ponte el pijama y veamos una película. Tus padres estarán bien. - me dice mientras se acerca a mí y me da un beso en la frente. - Te lo prometo.

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NARRA CHRISTIAN:

- Querida, ¿estás bien?

- Eso creo. Vanessa se tiene que estar volviendo loca.

- Lo importante es que estéis vivas. Me encargaré de sacaros de aquí.

- Christian estamos atados.

Es cierto. Estamos totalmente inmóviles atados a unas cuerdas en la pared.

- ¿Qué les parece la estancia, señores Grey?

- Patrick... - le digo con tono de amenaza.

- Eras nuestro amigo, Patrick.

Mi mujer empieza a hablarle para que entre en razón, pero no lo conseguirá.

- Era. Tú lo has dicho, Annastasia.

- Puedes seguir siéndolo.

- No lo seré nunca más.

- Olvídate de mi marido. - joder Anna no vayas por ese camino. - Eras mi amigo desde que teníamos 6 años, Patrick. Eras mi mejor amigo. ¿Sabes como me dolió que por un simple error nos hayamos enemistado tanto? Christian era tu amigo pero yo era tu mejor amiga, Patrick. Me partió el corazón no volver a ver nunca a mi mejor amigo. Y lo que más me duele es lo que nos estás haciendo ahora mismo. - se calla y toma aliento. - Patrick, vuelve con nosotros. Vuelve a ser el de antes. Vuelve a ser mi amigo, mi hermano. Recuerda todo lo que vivimos juntos, desde niños. Por favor. - se la están saltando las lágrimas.

Patrick la mira con dolor y en su boca se forma una pequeña sonrisa. Está recordando los buenos momentos que vivió con mi mujer.

- Patrick. Suéltanos. Y volveremos a ser los de antes.

En ese momento, la sonrisa de Patrick se vuelve seria, oscura y rencorosa. Y me la dirige a mí. Yo sé por qué.

- Tu marido me quitó lo que yo más quería, Anna. Me lo arrebató todo. Mis ganas de vivir. El motivo de que mis pulmones funcionasen. El aliento de mis días. Me lo quitó. Y posteriormente arruinó mi vida laboral.

- ¿Se puede saber que era eso que más querías?

- Anna... - le advierto.

- Necesito saberlo Christian. Necesito saber que es eso que ha hecho que pierda a mi mejor amigo.

- ¿De verdad quieres saber el motivo de mi rencor hacia vosotros, o más bien, a tu marido?

- Dímelo, Patrick.

- Tú.

A tomar por culo. Se lo ha dicho. No tengo de qué preocuparme pero... Yo esto lo sabía. Lo supe siempre aunque no me lo dijo. Vi como miraba a mi mujer cuando me traía a veces la comida al trabajo. Se lo ha dicho. Miro a Anna y veo su cara desencajada ante la sorpresa.

- ¿Co... cómo?

- Sí, Anna. Yo te quería. Y este imbécil te pilló a tiempo.

- Patrick, yo...

- No digas nada, Anna. Ya no. Ya es demasiado tarde.

- Si lo hubiese sabido antes...

- Si lo hubieses sabido antes qué. ¿Te habrías casado conmigo? ¿Habríamos tenido una hija? No. Sabes que no, Anna.

- Lo siento mucho, Patrick. Pero por lo que acabas de decir tú sabías desde el principio que no podía corresponderte. Siento mucho todo lo que has sufrido, pero no es nuestra culpa el habernos enamorado.

- ¡Te utilizó, Anna! ¡Te utilizó como un juguete y no pude hacer nada!

- Yo sabía dónde me metía, Patrick. No tenias que hacer nada. No tenías que meterte ahí.

Se queda callado mientras la suelta de las cuerdas y la ayuda a levantarse. La abraza. Joder.

- Lo siento. - le dice a Anna.

Anna se separa de él y se sienta en la silla que hay delante nuestro. Patrick me mira y luego le mira a Anna. Anna le hace un gesto con la cabeza señalándome y él me desata por fin de las manos. Entonces se va dejándonos solos.

- ¿Celoso?

¿En serio?

- Lo siento. - dice riéndose.

Se escucha un fuerte disparo. Un disparo que retumba en toda la nave. Después del disparo viene un grito. Patrick. Ese grito desgarrador ha sido de Patrick. Mi mujer y yo corremos y salimos por la puerta para ver a una persona con una capa y una capucha.

- ¡Aléjate de Patrick! - le grito.

La persona se acerca a nosotros todavía con la capucha puesta. No la llegamos a ver el rostro hasta que se quita la capucha. Mi mujer y yo nos miramos anonadados y asustados. No puede ser cierto. La persona que ha disparado a Patrick... No, no puede ser.

- ¿V... Vanessa? - le digo a mi hija.

- No. Vanessa no.

- ¿Qué? - le pregunto a la chica.

- Susan.

- No puede ser... - dice mi mujer.

- Soy Susan Maddie Grey.

- ¿¡Cómo!? - digo.

- Soy la gemela de Vanessa. Encantada, papá, - dice mirándome con una sonrisa maliciosa. - y mamá. - dice de la misma manera hacia mí mujer.