Capítulo 17

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Recomendación: leer este capítulo oyendo "White Flag" de Rigs

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Recomendación: leer este capítulo oyendo "White Flag" de Rigs.

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El agua caliente del taller es lo mejor luego de descubrir que en mi casa no había. La cañería está dañada y en este momento los del servicio de plomería se encuentran allí, Ezra me ha cubierto quedándose a cargo y yo he venido a ducharme aquí.

Trato de tardar lo menos posible, pero me encuentro tentada a permanecer bajo el chorro caliente que cae sobre mi piel. Cierro la llave de paso y el agua deja de caer, me envuelvo en una toalla y salgo hacia el vestuario para buscar mi bolso con ropa limpia.

Abro la cremallera y comienzo a buscar mi ropa interior, pero mi ceño se frunce y comienzo a hacer un desastre con el orden cuando no doy con mis bragas. Recuerdo que fue lo último en guardar, es imposible que no estén aquí. ¿Qué coño hago ahora?

—¿Abierto a corrientes de aire? –dice una voz gruesa detrás de mí.

Mi pulso se acelera cuando me doy la vuelta y lo veo apoyado y de brazos cruzados contra un casillero. Sus ojos me observan de abajo hacia arriba, hasta posarse en mis ojos.

No puede ser, este imbécil se robó mis bragas.

—¡No puedes estar aquí! –grito.

Rude hace una mueca.

—Pero estoy. Mala lógica..., Eider.

Joder, es un idiota y necesito vestirme.

—¡Devuélveme mis bragas! –digo en voz alta, causando que él sonría.

—No sé de qué hablas. –se defiende.

Él se separa del casillero y la respiración se me corta cuando comienza a acercarse lentamente a mí. Y el resto de mi cordura parece desaparecer cuando coloca sus manos a los costados de mi cuerpo por encima de la toalla.

—Vete... –le pido. Aunque por ninguna razón quiero que se largue.

Rude chasquea la lengua y mi torrente sanguíneo acelera su velocidad al oír ese sonido tan sensual. Él se inclina y suelto un jadeo cuando su lengua se arrastra sobre mi piel, lamiendo una gota de agua. Y luego sus dientes se cierran sobre el lóbulo de mi oreja.

—Soy malo al no hacerlo. –gruñe contra mi piel. —Veamos que tan malo puedo llegar a ser.

Sus manos se cierran sobre la toalla y tiran de ella, el nudo creado en mi pecho se zafa y la tela se desprende, separándose de mi cuerpo, y cayendo al suelo para amontonarse entre mis pies.

Mi pecho sube y baja rítmicamente ante la sensación de estar completamente desnuda delante de un hombre por primera vez. Sus ojos se clavan fijamente en los míos y el fuego su mirada me consume, me siento como una polilla atraída hacia la luz, salvo que esta luz, significa el fuego del infierno, el pecado y la tentación.

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