"𝐏𝐚𝐩𝐢..."
"𝐋𝐮𝐳𝐢𝐭𝐨..."
Un alfa policía, valiente y con un pasado que nadie conoce, y él mismo apenas puede recordar. Un pequeño niño omega, víctima del odio de un hombre sin corazón.
El policía rescata al niño huérfano de un incendio, y dec...
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—No voy a abandonarte, ¿me escuchas?... Yo sé que sí... —acarició la mano del niño, suspirando pesado. —Sé que me escuchas y no me rendiré.
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Una vez llegaron a la casa donde formarían su vida, Reborn bajó del auto y tomó en sus brazos al menor para entar a la vivienda y que se sintiera seguro. Eran demasiadas emociones para el pequeño, quien se aferraba con todas sus fuezas al alfa para sentirse seguro. La morada era grande, había mucho que explorar pero de inmediato se dirigieron a la habitación que el policía había mandado a hacer para su consentido. Le besó la frente con cariño, sonriendo.
—Espero que te guste la habitación que decoré para ti. —con ilusión miró los ojos brillantes y sorprendidos del menor, a la vez que caminaba hasta encontrarse con la puerta blanca que decía "Luzu". El chico miraba todo asombrado, acariciando los ojos del alfa con ciertos nervios.
—Papi, yo quiero dormir contigo. —dijo, aferrándose más a él. El contrario le dedicó una mirada llena de comprensión.
—Pero estarás más cómodo en tu cuarto, ¿estás seguro?
Entraron a la habitación. Era un lugar hermoso e ideal para un infante, con paredes de color cielo, un celete pastel que brilaba con el sol que entraba de la inmensa ventana con vista al patio y la calle principal. En el centro reposaba una esponjosa y peluda alfombra de un precioso color blando, así como las cortinas blancas que se adueñaban del sol que sobraba hacía ver todo tranquilo y luminoso. En una de las esquinas, un par de baúles con juguetes que combinaban con os peluches sobre la cama azul.
El dueño de aquel paraíso miró todo ilusionado, pues el lugar era hermosísimo como para ser solo suyo, aunque lo que más le interesó eran los juguetes de policía.
—¡Me gusta mucho papi! —exclamó, besando la mejilla de su padre. —Puedo pasar el tiempo aquí, pero quiero dormir contigo, por favor.
Rió suave, besó su frente.
—Está bien. Me alegro que te guste. —respondió con suaves risas, dejando un cálido beso en su frente mientras el pequeño se soltaba de sus brazos para poder ir a ver la habitación y los juguetes, tomando la gorra de policía. La olfateó un poco, olía a tabaco pero no era fuerte como el de Reb.
