; Desnutrificainator

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La candela se consumía al centro de una mesa redonda vistiendo de blanco, con platillos servidos de acuerdo al protocolo de etiqueta.

El Dr. Heinz Doofenshmirtz, a pocos metros, se mantenía de pie al límite del balcón de su edificio, mirando más allá de las torres vecinas en la espera de una señal, un movimiento, una luz. Lo que fuera.

Tal vez Perry el Ornitorrinco tenía un horario de sueño establecido. Era sensato de suponer, explicando su habilidad de pelea con energía, agilidad mental y ojos saltones siempre atentos. A pesar de ello, aún guardaba ilusión, idealizando que la O.S.B.A. tuviera poco respeto por sus agentes y tomaran la decisión de llevar a cabo misiones en horas onerosas.

Dio un vistazo al inator con forma de antena entre colores gris, morado y verde, inmóvil al extremo opuesto del balcón. Sin interrupciones, podría activar su invento y lograr su cometido malvado e ir a dormir con una falsa satisfacción. Era absurdo velar por su derrota, ¿no?. No, necesitaba mirar lo único estable que aun tenia e involucrarse en una batalla de rutina que siempre agotaba su cuerpo y distraía su mente, alentándolo a ser mejor en el próximo intento.

Por un momento, temió haber sido plantado, quedando a mitad de un plan malvado, y dejó su resignación escapar en un suspiro. Sin embargo, un sonido peculiar le hizo girar sobre sí mismo y darle la cara a su némesis con una sonrisa vivaz.

— Ah, Perry el Ornitorrinco, veo que has llegado — Recito, acoplando su expresión a la amenaza en el tono de voz. — ¡Directo a mi trampa!

Busco entre los bolsos internos de su bata, antes de apuntar con la antena de un control remoto de un único botón color rojo en el centro. De inmediato, al costado de la pata de Perry apareció un canal, de donde emergió una pinza hueca que aprisionó sus brazos contra el cuerpo. A diferencia de otras ocasiones, Perry no opuso resistencia, intercambiando su característico gesto de mortificación por párpados caídos y mirada somnolienta.

— Te preguntaras, ¿Qué hace una mesa con velas al lado de mi más reciente invento? — Intrigo Doof, siguiendo la línea visual ajena hasta la susodicha. Por lo visto, no había reparado en su presencia.

Apartó el hecho y siguió adelante.

— Veras, estuve saliendo 3 semanas con una chica que se auto-proclamaba vegana — Comenzó, andando de un lado a otro — El punto es que, después de pensarlo, decidí que invitarla a cenar junto a mi balcón con una excelente vista al área limítrofe seria romántico. Compre los más finos filetes de pescado y pase horas cocinando para dar la mejor impresión. Y al final — Sentenció, alzado junto a Perry — ¡terminó conmigo! Al parecer ser vegano significa no consumir animales o derivados, no que viene de las Vegas.

Doof observó a Perry, buscando simpatía por la confusión, pero lo único que encontró fue inatención. Está bien, aun no llegaba a la parte importante, todavía podía salvar la dinámica.

— ¡Por eso he construido este desnutrificainator! — Alzó la voz, extendiendo sus brazos para dar presentación teatral a su invento — Con el, el suelo fértil de los campos de toda el área limítrofe perderá sus nutrientes, volviendo imposible para las frutas y vegetales desarrollarse y forzando a los veganos a basar su alimentación en carnes rojas y blancas.

Descrito en voz alta, el plan caía en lo absurdo y poco citaba a la lógica, ahora estaba consciente de los detalles que dejó fuera al organizar de manera precipitada su venganza. Con suerte, Perry también habría conectado los hilos, listo para lanzar su típico semblante incrédulo. Pero no. Ninguna vuelta de ojos, alzamiento de cejas, nada.

Doof cambio de estado, bajando sus hombros, de vista clavada sobre sus zapatos. Cansado, dejó en libertad el aire que había retenido para continuar su monólogo. Era abrumador mostrar entusiasmo extra para compensar la falta de participación de su némesis.

— Perdón, Perry el Ornitorrinco. Es tarde y no proceso bien las cosas — Musitó Doof, sosteniendo su frente con la diestra — Sabes, ni siquiera estoy seguro de si en verdad funciona. Tome algunos planos viejos y... — Las palabras sobraban, Perry ya tenía sus ojos cerrados y el cuerpo escueto.

Sin motivos para seguir adelante con el espectáculo, la trampa se desactivo, devolviendo el mecanismo por el mismo agujero por el que había salido antes. Un segundo tarde y el pico de Perry hubiese estampado con el suelo, bajo el peso de su acidia, pero logró meter ambas manos para detenerse y mirar con gesto de sorpresa a su némesis.

Doof tenía el ánimo a la altura de los tobillos. Procesar que su improvisada estrategia de venganza era una innegable llamada de atención ante la pesadumbre lo hacía sentirse patético y avergonzado.

— Mañana haré un inator mejor, lo prometo — Mascullo, frotándose los costados de la cabeza con ambos dedos índices. De repente, con el ímpetu bajo, se sintió agotado y con dolor de cabeza. Su impulso se había ido.

Debían de ser las 4:00am. Si, era un científico malvado, pero privar de sueño entre semana a un trabajador activo rebasaba sus estándares. Lo mejor sería despedir a Perry y suponer que, cansado, no podía retener ningún recuerdo, quedando fuera de su memoria una vez se desperezara por la mañana.

El mismo debía de irse a la cama. Lo haría, justo después de desarmar la... mesa.

Perry, en paso apático, cortaba el paso hasta la mesa. Ahí, tratando la situación como un desayuno común por la mañana, tomó asiento, utilizando los cubiertos para dar un primer corte y bocado de acuerdo a los modales de etiqueta.

Doof quedó estático, mientras los ojos de ornitorrinco le miraban con un gesto serio, pero cercano, como si aludieran a la falta de su presencia en la mesa para completar la escena.

Tras sacudir la cabeza, le imitó en la silla de frente, sin cortar miradas. Podía tratarse de una trampa, un juego de doble intención en donde perdería, recibiendo un golpe en la nariz si se acercaba. De ser así, estaba ante un excelente actor, Perry continuaba comiendo con total naturalidad.

El filete de pescado preparado a las finas hierbas sobre una cama de ensalada estaba delicioso, aun si el viento lo había enfriado; pensó Doof tras el primer bocado. El sabor, de la mano con una compañía decente, lograban entonar con la atmósfera de iluminación tenue y clima fresco. Sus hombros se relajaban al masticar lentamente; en verdad estaba complacido por la cena sin sentirse nervioso o incómodo, a pesar del silencio.

De reojo, analizó el gozo de Perry. Busco algún gesto, sonido o meneo que hablara sobre falso confort, pero ahí solo había un agente secreto disfrutando de un agradable momento.

— ¿Qué te parece la cena, Perry el ornitorrinco? — Dudo, aun que creía conocer la respuesta.

De igual forma, se sintió satisfecho al ver un pulgar arriba.

Tomando un bocado tras otro, Doof se regodeo, lleno de júbilo y con una sensación de electricidad visitando cada vértebra en su columna. El corazón estaba a todo vapor. La sonrisa involuntaria llegó antes de poder ocultarla con una vista perdida en su copa vacía.

— ¿Qué se supone que comen los ornitorrincos?, ¿pescado?

Perry asintió. Doof disimulo el nudo en la garganta, antes de volver a hablar.

— Podría elaborar un plan malvado este Viernes, como a las 6:45pm. Tal vez, después de arruinar mis planes, puedas quedarte a comer.

De inmediato, Perry se inclinó sobre la mesa, tosiendo una vez para tragar el trozo de comida atorado en su garganta. La propuesta debió de tomarle por sorpresa, pero logró disimular su conmoción, tomando agua y asintiendo a secas antes de volver a su patrón de cortar, sujetar en riste y mascar.

En esta ocasión, fue imposible para el Dr. Heinz Doofenshmirtz recatar una sonrisa. Vehemente, se llevó un bocado a la boca que, a decir verdad, no saboreo, sacando de su mente las mejores recetas de pescado para impresionar.

Estaba feliz, emocionado de llegar al día de su siguiente cit- ... comida causal entre némesis.

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¡Te agradezco por tu lectura!

⚡ ;; Perryshmirtz「 one-shot's 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora