EN EL CAPÍTULO ANTERIOR
- Sana, realmente, lo que más feliz me puede hacer ahora, es que compartas tus experiencias conmigo, quiero saber lo que es tener una sonrisa sincera sin tener que fingirla, quiero reir hasta llorar.
- Mina...
- Sana, por favor -dije sin dejar terminar su frase-
- Está bien.
- ¡GRACIAS! -sonreí, me levanté y fuí corriendo a abrazarla, era la primera vez que la abrazaba en 4 años- Nunca había abrazado a nadie que no fuesen mis padres -seguidamente apreté más fuerte-
- Me alegro, yo hacía mucho que no abrazaba a alguien -dijo limpiándose las lágrimas-________________________________________________________________________________
Acabamos de comer y le ayudé a recoger todo lo que sobró y lo que ensuciamos, estaba realmente feliz de poder ayudarla, en estos 4 años nunca me dejó ayudarla en lo más mínimo. Después de 17 años cambiando anualmente de sirvientas realmente extrañas, por fin me encontré con Sana, la considero mi ángel de la guarda. Sana era delgada y alta, tenía una cara de ángel, piel cálida y suave, era pelirroja y tenía el pelo largo y ondulado, parecía un ángel personificado, era increíblemente perfecta, aunque el vestido de asistenta gris y terriblemente horrible que tenía no le favorecía para nada, pero solo a ella le podía quedar bien.
Después de recoger la mesa, lo que más me apetecía era que se quitase ese traje y que se pusiese ropa normal, después de eso, sentarnos juntas en mi cama y hablar y jugar hasta el anochecer, realmente era el mejor plan que se me ocurría, pero sabía perfectamente que su respuesta sería un rotundo "no".
- Sana, ven. -dije sin darle tiempo a reaccionar y cogiéndole del brazo y corriendo hacia su habitación- Cámbiate.
- Mina, no -fue caminando hacia la salida-
- Si vamos a comportarnos como amigas, debes quitarte ese trapo de encima, es realmente horroroso.
- Gracias, no me había dado cuenta - exageró la ironía y puso los ojos en blanco-. Son muchas cosas que estoy infringiendo ya, Mina.
- No las suficientes, eso fuera. -dije señalando la basura-.
Me hizo caso y se metió en el probador que tenía en una habitación aparte, de mientras yo inspeccionaba su habitación. Predominaba el morado en toda la habitación, la cama morada y blanca combinada con las paredes y la luz que entraba por los ventanales, muebles de madera perfectamente conjuntados con el suelo y con el resto de la habitación, estaba todo milimétricamente recogido, no sé cómo puede vivir en un ambiente tan recogido, yo me ponía nerviosa del miedo al tocar algo.
Por fin se abrió la puerta, viví el momento en cámara lenta, cada milisegundo que pasaba era perfecto. Salió con la ropa de sirvienta en los brazos, el pelo rizado suelto y un top deportivo de marca Nike de color rosa, negro y blanco con unos pantalones vaqueros largos ceñidos de color azul marino, sus deportivas Adidas blancas con una forma impecable, se notaba a leguas que no se las puso desde que se las compró, no sabía que necesitaba ver a Sana sin vestir de sirvienta hasta ese momento.
- ¿Mina? -dijo moviendo levemente la cabeza hacia la izquierda y arqueando la ceja-.
- Eres espectacularmente preciosa. -se quedó paralizaba y empezó a mirar hacia abajo para ver si realmente tenía razón.
- Mírate. -dije apartándome del espejo que tenía detrás mío.
- Me juego lo que quieras a que ni tu sabias que eras tan bonita. -dije mirandola-
- En efecto -río-.
- Quiero pasar la tarde jugando o hablando contigo hasta que anochezca, quiero tener una noche de chicas -dije saltando-
- La tendrás.
En ese momento creí que estaba soñando, tenía una amiga, después de 4 años pude convencer a mi sirvienta de que fuese mi amiga, pude quitarle su traje que la convertía en algo que no quería, pude hacer que se viese sin ese traje después de hace 4 años, creí que podría hacer lo que quiera, me sentía invencible.
Pasamos toda la tarde y noche juntas, comiendo patatas de bolsa y jugando al parchís, a la oca, al UNO... era un no parar de reír, sin duda alguna fué con diferencia la mejor tarde de mi vida.
-¡NO! ¡IBA A LLEGAR YA A LA CASILLA! -dije gritando con todas mis fuerzas, rabiosa por no haber podido ganar la partida en ese instante-.
- Se siente -dijo poniendo cara orgullosa- un, dos y...tres. ¡SI! ¡GANÉ! -dijo celebrando la victoria bailando con los brazos hacia arriba y riendo.
- No lo veo justo -dije cruzando los brazos y haciendo pucheros- ¡OTRA! -exigí.
- ¿OTRA? -dijo desesperada- es demasiado, deberíamos irnos a dormir, ¿no crees? - dijo tumbándose boca arriba en mi cama-.
-Puede ser, pero esque no quiero que acabe, ¡ha sido increíble! -dije sonriendo sincera mientras la abrazaba-.
- Sí, la verdad -correspondió al abrazo-.
- ¡DUERME CONMIGO! -dije con entusiasmo y con una sonrisa en la cara jamás vista antes-.
- No se yo eh.
- POR FAVOR -salté de la cama, me arrodillé y empecé a rezar como si de un ritual se tratara-.
- Está bien.
Empecé a saltar y a gritar de la emoción, le tiré un pijama mío a la cara mientras me ponía el mío en un récord mundial por lo menos.
- Gracias -fué lo único que podía decirle.
Nos tumbamos en la cama juntas y en unos minutos pillamos el sueño, con las horas que estuvimos gritando, saltando, comiendo, riendo... no podíamos aguantar más.
Al día siguiente me desperté y Sana estaba recogiendo la habitación con el traje de sirvienta puesto, empezó a barrer a demasiada velocidad.
- ¿Que haces con eso puesto? -dije con tono desconcertado-
- Mina. -dijo una voz conocida procediente de la izquierda.
-¿Papa? - dije con los ojos como platos sin entender nada, ¿que hacía aquí? ¿se habría enterado de la fiesta de ayer? ¿despediría a Sana?.
- Tenemos que hablar -dijo con un tono seco y serio mirando fijamente a Sana mientras ella hacía las tareas, me quedé perpleja, no me lo podía creer.
_______________________________________________________________________________
Hemos llegado a las 26 visitas solo en horas desde que pubiqué el primer episodio.
Gracias a la gente que está leyendo esto y por los mensajes que me dejáis, sois increíbles.

ESTÁS LEYENDO
WITHOUT OPTIONS
FanfictionMina, una adolescente de 17 años, decide alejarse de su familia, cansada de la realeza y de las reglas que su familia le impone, intentará huir a la ciudad en busca de una vida digna.