capitulo 1. El Rey De las Sombras.

2.8K 172 11
                                    

La noche había caído sobre Tailandia como un manto de terciopelo oscuro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche había caído sobre Tailandia como un manto de terciopelo oscuro. Las calles de la ciudad estaban tranquilas, bañadas por la tenue luz de los faroles. Sin embargo, fuera del bullicio, en las afueras, donde la civilización comenzaba a desvanecerse, un hombre descendía de un auto negro reluciente. Su presencia era imponente, casi sobrehumana, y parecía moldear el aire a su alrededor.

El destino de su caminata era una bodega oscura, apenas iluminada por lámparas industriales. En cuanto sus pies cruzaron el umbral, todos los presentes se inclinaron profundamente, mostrando su respeto y su miedo.

-Señor, ya tenemos la carga en nuestras manos -informó uno de los hombres con una mezcla de orgullo y temor.

El hombre alzó la cabeza y habló con una voz profunda, resonante, que parecía no necesitar volumen para imponer autoridad.

-Espero que no hayan dejado pistas.

-Claro que no, jefe.

-Muy bien. Espero que la DEA no sospeche nada -continuó mientras sus ojos oscuros recorrían a sus subordinados, desnudando sus almas con una sola mirada.

Una mujer rubia, vestida con un traje impecable, entró en ese momento. Sus tacones resonaron con seguridad en el suelo de concreto.

-Por ahora los hemos mantenido alejados. Estoy segura de que no se entrometerán.

-Tenlo por seguro, jefe -agregó otro hombre, siguiéndola de cerca.

El jefe asintió, su rostro tan inexpresivo como un muro de piedra.

-Quiero ver la carga.

Sin esperar respuesta, comenzó a caminar. Sus pasos eran firmes, seguros, resonando como tambores en los pasillos de la bodega. Vestía una camisa blanca impoluta, pantalón negro perfectamente ajustado y zapatos elegantes que brillaban bajo la escasa luz. En su cintura llevaba un cinturón que sostenía su arma personal, una pistola bañada en oro con incrustaciones de diamantes. No era solo un arma, era un símbolo, una declaración de poder absoluto.

A medida que pasaba frente a sus hombres, cada uno bajaba la cabeza. Sus miradas no podían sostenerse frente a la de él. Verlo a los ojos era como enfrentarse a la oscuridad misma, a un abismo sin fin que devoraba el alma.

Él lo sabía. Sentía el peso de sus temores, su respeto. Lo había ganado, lo había cultivado con sangre, sudor y voluntad de hierro.

"Todos se preguntan quién soy", pensó mientras un leve destello de orgullo cruzaba su rostro.

Se detuvo en medio del pasillo y respiró profundamente antes de hablar en un susurro que resonó como un trueno.

-Yo soy Ohm Tithiwat.

Miró a su alrededor, como si sus palabras necesitaran empapar cada rincón del lugar.

-Ante los ojos del mundo, soy un empresario exitoso, dueño de una de las empresas de exportación más reconocidas de Tailandia, "Tithiwat Exportaciones". Pero eso no es más que una máscara, un telón tras el cual se esconden mis verdaderos negocios.

Se giró lentamente hacia sus subordinados, su mirada afilada como una hoja.

-Armas, diamantes, drogas... Todo pasa por mis manos. Jueces, policías, empresarios, incluso el presidente, están bajo mi control. ¿Por qué? Porque yo soy el líder de la Mafia Rosa Roja, el verdadero rey de las sombras.

Por un momento, su expresión se suavizó, pero no perdió su intensidad.

-¿Familia? Claro que la tuve. Pero cuando entré en este mundo, ellos me dieron la espalda. Lo acepté. Sabía que este camino no permitía lazos débiles.

Hizo una pausa, como si reflexionara.

-Pero aun así, falta algo. O mejor dicho, alguien. Tengo poder, tengo riqueza, pero necesito a alguien que esté a mi lado. Alguien que me ame, que me apoye, que sea lo suficientemente fuerte e inteligente para gobernar conmigo.

Sus ojos, tan oscuros como la noche que lo rodeaba, se endurecieron con determinación.

-Y lo voy a encontrar. Cueste lo que cueste.

Con esas palabras, continuó su camino hacia la carga, como un rey inspeccionando su reino. Los ecos de sus pasos fueron lo único que quedó en el aire, como un recordatorio de que bajo esa fachada de calma, se escondía un mundo donde solo los fuertes sobrevivían.

 Los ecos de sus pasos fueron lo único que quedó en el aire, como un recordatorio de que bajo esa fachada de calma, se escondía un mundo donde solo los fuertes sobrevivían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.






















Apoyen botando y comentando.

Que les párese la nueba forma de escribir les gusta y perdon si hay faltas de ortografía.

Se que estoy mejorando esta historia pero no esperen que sea perfecta en todo.

Gracias por su apoyo.





















MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora