Dark Eyes - Capítulo 2

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Hoy era un día especial para el centro. Celebraban su vigésimo aniversario y a la hora de desayunar había un delicioso y grande pastel. Eso era probablemente lo que más me gustaba del día. Las demás horas nos las pasábamos haciendo talleres que yo odiaba un montón, sobretodo el de papiroflexia. ¿Cómo se supone que tengo que hacer una rana? Dificilísimo y aburridísimo. Pero este año era diferente. El chico misterioso que me tenía perdida estaría ahí, y con un poco de suerte se sentaría a mi lado. No podía esperar a que llegase la hora.

Unos segundos después nos llamaron para ir a desayunar. Me puse la bata y me esperé en la cola que entraba al comedor. Antes de sentarnos, tenían que pasar lista así que esperé a que dijesen mi nombre.

-Blake Humphrey?- preguntó la jefa del comedor. Y como siempre, la rarita, no respondió, seguía hablando con su amiga imaginaria.

-Ay, lo siento. Pero Jen me estaba distrayendo- dijo la rarita. Y la jefa asintió con la cabeza y dijo que no tenían que hablar tanto. Una de las normas que tenía que seguir el personal del hospital era seguir la corriente a sus internos si sufrían de algun problema mental, menos los psicólogos y sus ayudantes.

Después de ella me dijeron a mí. Pronto localicé al chico. Se encontraba al final de la cola, solo. Quise ir hacia él y preguntarle su nombre pero no tenía agallas. Soy una chica muy tímida. Pero estaban pasando lista, ¿no? Pues seguramente, dirían su nombre y él respondería así que esperé. Y esperé. Pero no lo llamaron, así que decidí preguntarle a una enfermera que esperaba entrar en el comedor también.

-¿Cómo es que la jefa no ha llamado al chico ese? Está ahí, es el último de la cola.

-Señorita, ahí no hay... oh, tranquila, lo debe haber llamado pero no te has enterado.

-Claro, seguro que lo ha llamado antes que yo y no me habré fijado- cosa que no entiendo, porque he estado pendiente todo el rato...

Justo después, empezamos a entrar al comedor, pasando uno por uno por el lavamanos y nos quitábamos toda la suciedad. Luego proseguiamos cada uno hasta su mesa, y ahí encontrábamos toda la comida bien puesta, en cada plato.
También, cada "paciente" -no me gusta esa palabra para describirnos- tiene al lado del plato un vaso de agua con unas pastillas, cada persona las suyas, que ayudan a convivir con el problema o disminuirlo. En mi caso, tengo dos. Las azules y las amarillas. Las azules me sirven para todas las migrañas que tengo diariamente. Las amarillas no sé para qué sirven, no quieren decírmelo y mis padres han dado permiso a mis médicos para no hacerlo. Yo sólo sé que tengo un transtorno. Un transtorno bipolar con síntomas psicóticos. Y he perdido muchas cosas por culpa de eso. Es una mierda.
Pero primero tenemos que comer antes de tormarnos las pastillas. Al hacer el primer bocado en la galleta -muy buena por cierto, galletas con pepitas de chocolate rellenas de crema de nata, nunca hacen de eso en el centro, menos hoy- alguien se sentó a mi lado, y rozó lentamente su brazo con el mío. Levanté sutilmente la mirada. No. No podía ser. ¿Qué quería? ¿Qué le pasaba conmigo? Volví a fijar la vista al plato. ¿Por qué se había sentado ahí? Mi subconsciente me mataba. No paraba de gritarme que tenía que conocerle, ¡Qué tenía que hablar con él! Pero no podía. Mi consciente, yo, no podía. Pero él dió el primer paso.

-Me han dicho que eres Madison- ¿Quién? Seguí sin mirarle- Yo soy Jack- finalmente levanté la cabeza. Jack sonrió.

-Sí. Soy Madison... Em... Hola... J-Jack- NO. No tan vergonzosa, Madison, por favor. Tranquilízate. Jack mantuvo la sonrisa, esta vez ensenyando los dientes. Wow... ¿Con qué se debe lavar los dientes? AVE MARÍA PURÍSIMA- No sé por qué diablos has venido aquí. ¿Qué me has visto? Porque no tengo nada.

Necesito tomarme las pastillas. Empiezo a delirar.

Él pareció saber lo que me pasaba y en vez de largarse, siguió sonriendo. No hay nada que esconder. Aquí todos tenemos problemas similares.
Me tomé la primera pastilla. Azul. Noté como Jack me pasaba la mano por el hombro para tranquilizarme. Pero esa sensación desapareció justo cuando terminé de tomarme la pastilla amarilla. Volteé la cabeza y ya no estaba. ¿Dónde se había metido?
No tuve demasiado tiempo para pensarlo porque ya nos llamaron para ir a hacer los talleres. Veía pasar a todos los chicos delante mío, caminando en fila, saliendo del comedor. Pero ni rastro de Jack. Así que decidí seguir a la multitud y comenzar las faenas que nos hacían hacer -digo faenas porque nos obligan a hacerlo y no es muy divertido-. Hoy teníamos tres talleres por escoger. 1-Papiroflexia. 2- Deportes en el jardín. 3- Informática. Decidí hacer el de deportes, ni se me dan bien ni me gustan pero quizá Jack iría a ese y lo podría ver. "Buena elección" me dice mi subconsciente. Yo pienso que estoy obsesionada. ¿Tanto me importa ese chico qué apenas conozco?

***

-¡Señorita Blair! ¡El balón!

-¿¡Qu...- y BOOM. En toda la cara. MI cara. Con lo fácil que era que me saliera sangre de la nariz y ahora no solo eso, sino que también me deja un ojo morado- ¿¡QUÉ COÑO HA PASADO!?

-¡Eh! Vigila sus modales. Soy tu profesor.

-¡ME IMPORTA TAN POCO COMO SU VIDA!- y.... Las pastillas habían dejado su efecto.

-¡Madison! Al despacho de la jefa.

-Pero señor, son las 12:45. Sabe que necesito otras pastillas.

- Al despacho, he dicho- ¡se supone que deberían comprenderlo!- pero primero pasa por infermería y pide tus pastillas- mucho mejor.

Infermería estaba a solo 30 pasos del jardín. Cada día que necesitaba ir ahí los contaba. Normalmente lo hacía siempre que tocaba deportes, o me hacía daño o lo fingía para parar la clase. Hoy, era daño de verdad. No era ya trantocada como para que me hiciera más golpes. De camino a ponerme hielo, volví a ver a Jack en la puerta que daba a las escaleras.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2015 ⏰

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