La vida vino a susurrarle en forma de lúgubres versos que se hacían añicos, al ser vistos por la luz.. Que la oscuridad era ahora quien mandaba en ella.
Ya no se derramaban sus lágrimas cuando sus pensamientos volaban sin querer y se transportaban al pasado, mezclándose con sus recuerdos, aquellos que creía tener ya enterrados en su memoria, aquellos que creía haber enterrado en el olvido..
Una triste sonrisa se dibujó en sus labios, pero al menos, era un sonrisa, pensó de forma fugaz.. Sin darse cuenta toda su atención se fijó lejos de sus pensamientos, aplacando un momento aquello -aunque le costaba admitirlo- le causaba un inmenso dolor.. Fue un gato negro quien la salvó de ello.
Era precioso, siempre le habían encantado los felinos. Eran tan elegantes y a la vez tan salvajes...
Lo observó moverse con elegancia por la rama de un árbol, maravillándose al verlo adoptar una posición de caza y se veía tan natural y a la vez tan perfecto que rozaba la irrealidad, el brillo de sus ojos, cuando lo alumbró el Sol al final de la rama... Como su mirada se posaba en un pobre y pequeño pájaro de colores exhuberantes.El corazón de Alma se agitó al principio y se detuvo un instante cuando vio cómo el gato corrió por la rama con sus elegantes patas ligeras como el viento, no fue capaz de oír sus pasos, pues si no fuera porque sus ojos atentos no la traicionaban, contemplando con minuciosa atención la escena, hubiera jurado que allí.. Nada había ocurrido.