~Miw es gato en Egipcio.

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Suspiró suavemente mirando a través del cristal, más bien la ventana del coche de su madre. Iba un tanto ensimismada, con fingida tranquilidad...

-Me encanta cuando el cielo hace cosas así -dijo alegremente mirando de reojo a su hija.
Alma sonrió divertida, aquél comentario tan espontáneo le había hecho gracia.
Hacía ya unas semanas que no iba a clase y se sentía un tanto extraña. Frunció levemente el ceño al recordar el incidente con aquél gato. 

La cosa había sido así:
Al ver al gato corriendo de aquella forma, todo pareció deterse unos instantes, todo iba como a cámara lenta. Pero de pronto volvió al tiempo real, no, mentía; todo se aceleró mucho más mientras el pájaro escapaba por los pelos de las zarpas del bello felino que era su tenaz depredador. Y  el gato empezó a caer... Alma salió corriendo tan rápido como sus pies le permitieron con la mala suerte que tropezó en el último escalón...

Y así estaba ahora. Con un buen esguince. A pesar de todo, sonrió. Era la tercera o cuarta vez que aquél felino la hacía sonreír y eso era algo realmente, aunque pareciera una tontería seguramente a los ojos de cualquier otra persona...
Cerró los ojos repasando mentalmente y recordando aquellas veces, la primera fue al ver que estaba sano y salvo y no se había hecho más que un simple arañazo. Después llegaron las lágrimas de dolor, pero... La segunda y la tercera fueron cuando su madre -medio a regañadientes- aceptó que el minino se quedara en casa; la tercera cuando aquella misma noche el gato, Miw lo había llamado (significa gato en Egipcio y le pareció sumamente interesante, además de adecuado) se durmió a su lado, cerca de su tobillo herido, dándole calor y una paz que abrumó a la muchacha..

Y la cuarta había sido 14 de Febrero, pensando en que al llegar a casa, allí estaría él, mirándola con sus grandes y preciosos ojos grises como un día de tormenta..

-¿En qué piensas, Alma? -Le preguntó su madre, sacándola de sus pensamiento.

Ésta sacudió suavemente la cabeza, y simplemente susurró, suavemente, mirando un cielo que parecía un cuadro...

-En que tienes razón, hoy el cielo se ve especial. Se habrán compichado Zeus y Cupido...

Su madre la miró extrañada y ella sólo atinó a reír con ganas, iba a explicárselo pero estaban justo en frente de la puerta de la universidad, y con aquellas molestas muletas no llegaría a tiempo a clase si no salía ya mismo. Dio un beso en la mejilla a su madre a modo de despedida, mientras ella volvía a repetirle una lista de cosas que ella ya sabía... "Llámame si necesitas algo, camina con cuidado, ojo con las multas, te espero a la salida" asintió, tras cerrar la puerta del coche y suspiró.

¿Lista para un día de clases? Lo dudó.

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