Con 17 años y una vida relajada y casi completamente solitaria, respecto a su hogar, era inesperado escuchar que tendrá niñera. Keigo, o Hawks, como lo llamaban sus amigos, era un chico carismático y que tenía un poder impresionante para encajar en todos lados, sin embargo, no buscaba llamar la atención, solo era espontaneo, era él. Su cabello rubio era envidiado por todos, y por supuesto que sí, le dedicaba tiempo, le gustaba. Su piel trigueña sin imperfecciones era casi una bendición, y, tal como con su cabello, se preocupaba de ella. Le gustaba la ropa holgada y cómoda, además de accesorios. Le gustaba pensar que era un chico sencillo, y trataba de mantener su vida casi millonaria en secreto, tampoco es que fuera un orgullo, y creía que el dinero no lo definía como persona, a nadie. Era uno más, nada especial, solo un adolescente.
Se quedó perplejo luego de escuchar la noticia, observando como su padre ordenaba sus maletas frente a la puerta, apresurado.
- Oye, papá, ¿hablas en serio?
Dijo, riendo levemente, con inseguridad.
- ¿Por qué mentiría?, estaré fuera un largo tiempo, y lo que menos quiero es que hagas de esta casa un desastre.
Hawks rodó los ojos. Se cruzó de brazos mientras sentía su impaciencia a flor de piel.
- ¿Y bien?, ¿qué "trabajo" tienes esta vez que debes ir por tantos días?
Su padre soltó una sonrisa traviesa; su hijo lo conocía muy bien, casi demasiado.
- Un casino lujoso que hay en la ciudad a la que iré, esta casa no se mantiene sola, ¿sabes?
- Sí, como digas, solo no asesines a nadie, no quiero que me maten solo por ser tu hijo.
Bufó con molestia. Era cierto que vivía cómodamente en un buen sector de la ciudad, en una casa grande y espaciosa, con aparatos tecnológicos de alta gama y todo lo demás, pero eso realmente no le importaba en lo absoluto, lo agradecía, por supuesto, ya que de niño su padre robaba para que pudieran simplemente comer, pero en la actualidad hubiese preferido que su padre se ganara todos esos lujos de forma honesta una vez que estuvieron más estables económicamente. No era un secreto lo que hacía, pero Hawks simplemente lo pasaba por alto, después de todo, lo vio toda su infancia.
Como si tener que estar solo fuera poco, su padre había contratado una niñera.
- Deposité en tu tarjeta una buena cantidad, y dejé también en la repisa de la sala de estar, gasta lo que desees, la niñera ya recibió su pago, así que de eso ni te preocupes. - Habló rápidamente, mirando su celular una última vez antes de dejarlo en su bolsillo - Si quieres más déjame un mensaje, sabes que no puedes llamarme.
- Ya lo sé, papá, es la quinta vez que me lo dices, no te preocupes tanto, ¿quieres?, estaré bien.
Su padre sonrió y se acercó a abrazar a su hijo, dejando un pequeño beso en su cabeza.
- No le abras la puerta a nadie, la chica llegará en unos diez minutos. Cuídate, Keigo.
Hawks se despidió con un movimiento de mano, viendo como su padre cerraba el maletero del automóvil y se subía rápidamente.
- Viejo codicioso.
Sonrió, cerrando la puerta tras de sí.
Se acercó a recoger el dinero del estante y se dispuso a subir las escaleras para ir de vuelta a su cuarto, solo quería retomar el manga que estaba leyendo antes de bajar a despedirse, sin embargo, apenas había alcanzado el último escalón, escuchó el pitido de la entrada.
- A la mierda, que me espere.
Se quejó, entrando a su pieza. Metió el dinero en el cajón de su mesa de noche y un separador de libros en su manga, para dejarlo sobre el escritorio. Susurró largo y pesado antes de volver a bajar.

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Ahora es niñera. [dabihawks]
FanfictionUna situación cliché, un amor a primera vista, y una relación adolescente. -Tu cara es bonita, enano. -Me llamo Keigo. [dabihawks, universo alterno, +18]