𝒰𝓃 𝓈𝒾́𝓂𝒷𝑜𝓁𝑜 𝒹𝑒 𝓁𝑒𝒶𝓁𝓉𝒶𝒹

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El cuarto punto del reglamento decía, "No extender el plazo de los servicios establecidos en el contrato" lo que justificaba perfectamente porqué Yoon Sanha había salido de la agitada sala de estar, para meterse en su habitación compartida y empacar todas sus cosas, para su partida por la mañana próxima.

No habían pasado ni diez minutos desde que leyó ese mensaje de texto que logró ponerle los ojos vidriosos con una sensación fuertísima de asco, pero aún así estaba seguro que no quería volver a tener ningún tipo de encuentro con Cha Eunwoo nunca más.
Dios, era un adulto maduro, que intentaba tomar los problemas con tranquilidad, siempre justificando que nada podía ser tan malo y que siempre pasaban las cosas por algo, sin embargo, en ese momento no había mucho que pudiera hacer por si mismo. Nadie le había puesto una trampa y bueno, tirarse a un tipo que no conocías de nada, no parecía el fin del mundo, después de todo lo hizo en el pasado y nunca le importó ese pequeño detalle, hasta ese momento en el que se sintió usado sin ningún derecho.

Pero ¿Cómo podía sólo culparse a sí mismo? Se habría quedado callado y aguantándose el coraje si Eunwoo no lo hubiera mirado como lo hizo durante la noche, como si pudiera ver a través de ese escudo de hierro sólido que el mismo fundió sobre él y era irrompible ¿Había sido una mentira? No existía manera de saberlo, porqué si de algo estaba seguro, era que no iba a mantener otra conversación con ese hombre en términos fuera del acuerdo.

Arrojaba los estúpidos zapatos mocasines a la maleta con furia, como si no le hubiesen costado más de ciento cincuenta dólares, cuando dentro de la habitación se escuchó el silencio máximo aún dentro del caos que era la casa completa. De alguna manera sirvió para escuchar tan claro los pasos largos acercarse hasta la puerta y tocar en golpes suaves y un tanto firmes.

—Sanha ¿Estás ahí? —la voz profunda del mayor resonó como susurro que le brindó una mezcla extraña y despreciable de paz y náuseas.

No estaba mentalmente listo para ello, para verlo y mantenerse calmado, como si la noche anterior le hubiera importado menos de lo que le importó a él, tampoco estaba listo para insinuaciones sexuales, las cuales conocía perfectamente de esas primeras veces que se quedaba al amanecer, cuando la persona con la que se había retirado del bar, volteaba a verlo mientras se colocaba los pantalones y empezaba a tocarlo como si él estuviese dispuesto a quedarse de nuevo.

De alguna forma eso solía ponerlo enfermo, los labios siendo humectados por lenguas filosas a eso de las seis de la mañana, manos rasposas acariciando su cintura, y rostros extraños mostrándole sus más asquerosas expresiones de excitación que él no necesitaba. Pero era su culpa, todo lo era, no debía quedarse dormido, no debía esperar un poco de respeto después de dejarlos entrar de esa manera en su cuerpo.

Definitivamente no estaba listo para que Eunwoo lo tratara de esa forma.

Así que se levantó del suelo mucho antes de que la puerta se abriera. Con esa misma destreza entró en el baño y encendió la regadera, mientras esperaba recargado en la puerta cerrada.

El hombre revisó la habitación percatándose del desastre que era el equipaje poco organizado y el closet vacío. Su contrato terminaba mañana, el mismo había pedido sólo tres días, pero entonces ¿Por qué sentía su estómago volcarse? ¿Había sido demasiado esperar algo más, algo tan descabellado como ser el centro de atención de esa visita una vez que todo ese asunto de la boda terminara? Supuso que sí.

Dejó escapar el más profundo de sus suspiros, tomó su traje y salió de la habitación sin seguir insistiendo. Se ducharía en la habitación de su hermano, dejándolo todo en silencio y la sensación de una habitación vacía.

Los minutos siguieron corriendo y Sanha estaba sentado en esa barra de desayunos que era un desastre lleno de listones, flores artificiales y clips para el cabello. La madre de Eunwoo estaba siendo peinada de la forma tradicional coreana. Llevaba su hanbok en colores pasteles que relajaba su vida y su aura. Eunwoo había partido en cuanto terminó su arreglo, el chico no tuvo idea de cuanto tiempo duro eso, estuvo dentro del baño al rededor de cuarenta minutos y tardó otra media hora en salir. Pero ahora estaba ahí, observando el paso a paso del embellecimiento de esa mujer o al menos así le hubo llamado la estilista, que resultó bastante agradable y solía decirle lo mucho que quería maquillar su bonito rostro.

ஐ 𝐀 𝐖𝐄𝐃𝐃𝐈𝐍𝐆 𝐀𝐍𝐃 𝐀 𝐃𝐀𝐓𝐄 | EUNSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora